Quijotes desde el balcón

jueves, 23 de febrero de 2017

Meili

Meili se bajó la falda presurosa, pero ya era tarde, sus muslos habían estado a la vista de todas aquellas personas durante unos segundos interminables.

Ideal para quererse en silencio

- ¿Vendrá tu amigo Brais a la “Comida de Fía”*? –Preguntó el padre de Meili-.
- ¡Sí , le dije que se viniera, que nos divertiríamos bastante! -Contestó ésta, con una sonrisilla de oreja a oreja.-

Desde su inicio, su enamoramiento estuvo camuflado de amistad. Sus familias eran conocidas en el pueblo, sobre todo los Castro; destacando el gran carácter (mala hostia, vaya) del padre de Meili.

La casa donde se juntaban de comilona los Castro, era enorme, llena de habitaciones inservibles ya. Tan solo estaban en uso la zona de los cocinones contiguos a las caballerizas, donde se colocaban las dos enormes mesas para cualquier celebración o día de campo. A Brais y Meili les encantaba lo fácil que era esconderse en cualquier habitación de aquella casa y quererse en silencio.

Casualmente Meili se ofreció aquella mañana a salir a por unas latas de tomate triturado que faltaban para el guisado. Entrando en la gran tienda almacén del pueblo, que abría todos los días y casi a cualquier hora, se encontró con Brais. – A las dos te vienes -le dijo Meili-. - ¡Si, si¡ Ya se lo he dicho a mis padres, que creo que ya habían oído por ahí que os juntabais y daban por hecho que me invitarías, pues ya habían hecho sus planes para el mediodía. Todo eso se cuchicheaban casi al oído, como si fuera algo malo lo que estaban hablando; pero con respecto a su “amistad” siempre lo habían llevado así.

Tras los postres, Meili y Brais estaban deseando que la homenajeada; la madre de Meili, la recién ascendida a gerente del Museo del Lino, cortara la tarta y posara para la gran foto anual junto con todos sus ilustres invitados. Después de aquello el ambiente distendido y las charlas en pequeños grupos entre los invitados facilitarían el escape a su rincón preferido en aquella gran casona familiar.

Allí estaban en aquella habitación, entre un viejo armario y unos finos portichuelos que daban a un sucio balcón de piedra pulida, (a Meili, aquel balcón, siempre le recordaba al que había imaginado en su mente tras leer Romeo y Julieta). Aquellos quinceañeros dieron rienda suelta a sus hormonas en el patio de recreo de sus labios; brazos, pechos, espalda y hasta donde los frenos morales de cualquiera de las partes vieran conveniente.

La mala suerte les vino de cara aquel domingo. La madre de Meili, no pudo con tantos y tantos elogios de los invitados al evento con respecto a la majestuosidad de aquella casa. La anfitriona comenzó un mini tour con los invitados, por la planta de inferior de la casona, y desdichas del destino, su habitación preferida era la elegida por nuestros pequeños Montesco y Capuleto para sus juegos.

Meili y Brais sintieron la guillotina de las consecuencias cortando sus almas, sin más juicio que el de la mirada encendida de su madre; la intachable y ejemplar nueva gerente del Museo del Lino en Zas.

Han pasado ya unos meses de aquel día casi perfecto. Brais, desde el balcón de su pequeña habitación, observa fijamente la pequeña playa que se forma entre las afueras del pueblo y el acantilado que hay a la derecha. Desde allí ve como Meili sale a las pistas deportivas que el ayuntamiento construyó para aquella barriada. Detrás ya queda el mar. Brais se queda un rato mirando, tras su ventana, como todos la saludan. Contiene las lágrimas, respira hondo y se tumba boca arriba en la cama. Mirando el techo fijamente…

- ¡Raúl, Raúl, despierta! -Me zangarrea mi madre. - ¡Mierda! ¡No me ha sonado la alarma del móvil! 
(Por un segundo olvidé que en mis calendarios no existe el color rojo.)




* Comida de FíaAl finalizar la fase de la hilada del lino se hacía una comida en comunidad como agradecimiento a todas las mujeres que hilaban durante el largo invierno, seguidamente se celebraba un baile que las propias hilanderas organizaban y sobre el que existe un rico folcklore que llegó a estar prohibido por la iglesia. Actualmente y recuperada por la asociación AMIGOS DO LIÑO se celebra en el mes de Abril esta "Comida da Fía " como un evento cultural de renombre que reúne a entidades del mundo económico, socio-cultural de Galicia y público en general de diferentes procedencias.

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