Quijotes desde el balcón

jueves, 30 de noviembre de 2017

Up & down (despedida)

por Raúl Góngora (ruyelcid)

El bien es lento porque va cuesta arriba.
El mal es rápido porque va cuesta abajo.
Alejandro Dumas
Aarón
Hacía tiempo que nadie le había hecho disfrutar de una forma tan exagerada.

Aarón llevaba tres años allá arriba. Aquel infarto en pleno rodaje, en lo más alto de su carrera y de su erección propiamente vista, truncaría su gloria en el porno para siempre.

Se ve que allí arriba ser actor porno no era considerado suficiente pecado como para no ser admitido. Así Aarón, tras su muerte, tendría el consuelo de que viviría en el paraíso eterno para siempre; disfrutando de todo tipo de placeres durante la eternidad.
- ¡Y un cojón! -pensaba Aarón todos los días-. ¡Ni sexo ni saxo ni pollas, esto es más aburrido que una partida de ajedrez frente a tu espejo!
Así, el cielo eterno, se convirtió en la peor pesadilla de alguien que disfrutaba con su trabajo y empezaba a hacerse un hueco a base de pollazos bien dados en su mundillo.

Emma
Jamás he dejado de hacer mi trabajo; soy la mejor y lo seguiré siendo esté donde esté.

Con brillo en el cegador esmalte de sus dientes recibió Emma el primer castigo/encargo que le había dado su nuevo jefe. Y es que el cornudo desalado, expulsado de los placeres celestiales, tenía claro que la nueva sería un filón en su propósito de repoblar el inframundo. Exuberante, serpenteante en su caminar, mirada hipnótica, y de negro y rojo; parecía que hubiera estado preparando su destino desde hacía tiempo. Sobraron las palabras, ella sería la elegida.

Un par de arreglos de vestuario, algún texto de llantos y penas para ablandar al portero sagrado y le resultaría fácil convencer a los de arriba de que era digna de la vida y luz eterna.
¡Emma, a reclutar! Se tu misma -le dijo el oscuro.

Aarón y Emma 
- ¡Cuánto has tardado! -dijo Aarón.
- Pues esto es solo el principio. -contestó ella relamiéndose sus repintados labios.
No es verdad que los pre-ángeles estén asexuados, y esa fue la olla a presión que estrujaron Emma y Aarón hasta la saciedad. En tan solo unos días consiguieron casi vaciar aquella especie de sala de espera que era como la primera planta hacía la eterna recompensa. Una especie de autoescuela de aviación pero con test de bondad y obras.

En las altas esferas celestiales no tardó en cundir el pánico. Alguien estaba cambiando la voluntad sagrada de las almas por placer y deleites propios de impuros y vaciando sus primeras plantas a decenas por día.

Los jerarcas de a la izquierda y derecha del altísimo mandaron un par de ángeles camuflados de desalados para investigar a fondo la raíz de aquel cambio de parecer en las novatas almas.

No tardaron en descubrir el efecto imán desgarrador que causaba Emma entre aquellos aspirantes. Como uno a uno iban desapareciendo de allí con tan solo estar esta unos minutos a escasos centímetros de ellos. Era algo impresionante.

Juan, curtido en mil batallas, se acercó a aquella exterminadora rebosante de sensualidad que ensalzaba la expresión de la feminidad a cada paso que daba, cual danza de cisnes enamorados, puso la mano en su hombro y la giró. Emma, contempló unos segundos aquella nueva víctima de melena dorada y ondulada cual campo recién labrado, acarició su cara y fue bajando por su pecho y vientre buscando el umbral del máximo placer.

La cara de Emma emblanqueció de repente. Dio un paso acelerado hacía atrás y gritó:
- ¡No, no, mierda! ¿Cómo me ha podido pasar?
Aquel rubio, con aspecto de no haberse manchado en su vida, la miró fijamente a los ojos y le gritó:
- ¡Hasta nunca!
Así, Emma vagó el resto de la eternidad en el limbo inmaterial; lleno de almas indecisas pero invisibles entre ellas, como una cárcel de soledad eterna y límites infinitos.

La frecuencia de desalados perdidos disminuyó notablemente desde la desaparición de Emma. Pero se seguían perdiendo nuevas almas en beneficio de los de ahí abajo sin explicación entendible para las altas esferas celestiales.

Aarón seguiría siendo el mayor aliado que tendría el inframundo, trabajándose a la base celestial para siempre.

1 comentario:

Jorge Romero dijo...

El riesgo del placer...

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