2.- LA RED
El ascensor paró en todas y
cada una de las plantas. Ahumada 12 odiaba llegar tarde al trabajo. Los
ascensores de la oficina central leían el chip de cada persona que entraba y
los dejaba en sus correspondientes plantas en estricto orden. Impensable que
alguien de la planta 4 viera ni siquiera el pasillo de la 5. Él trabajaba en la
última, la 12. Tras un cuarto de hora la puerta se abrió cantando el número de
planta y salió corriendo para meterse en su cubículo. Encendió la pantalla y
esperó a que el sistema lo reconociera: “Cargando sistema base. Conectando
HCMN. Login”. Era de la vieja escuela, así que tecleaba su nombre y la
contraseña en lugar de pasar el chip del antebrazo por el lector. Abrió la
bandeja de entrada de mensajes y sólo tenía uno “PRIORIDAD MÁXIMA: Acuda al
centro de Gobierno Federal.” Y ni un mensaje más. Evidentemente los habían
eliminado a propósito, lo hacían siempre que tenían un asunto urgente.
Ahumada 12 se levantó indignado,
sabía que la red tenía un sólo nodo controlado por el gobierno por donde pasaba
cada uno de los bits que había. De hecho había sido su trabajo los primeros
años de servicio. Pero le molestaba que usaran con él las mismas artimañas que
él usaba contra los usuarios. Puerta, antebrazo en el lector, luz verde.
Siguiente puerta, antebrazo, verde. Siguiente puerta... Tras pasar 7 llegó a la
única oficina con ventanas que había en todo el edificio: el Centro del
Gobierno Federal. Se sentó presidiendo la gran mesa que había en el centro y
pulsó un botón en su terminal de bolsillo. Cinco pantallas bajaron del techo
observándolo.
-Señor Ahumada 12. Hemos
detectado un nuevo acceso de personal de nivel 2 en su delegación. ¿Puede confirmárnoslo?-
-Si, claro. El agente del
embarque lo ha anotado en su bitácora diaria: “Dos personas. Varón, blanco,
Carlos V 3. Posible librepensador pero bastante gilipollas para su edad. Mujer,
blanca, Estrella. Se niega a dar más datos amparándose en la antigua excusa de
la información personal. Nivel 2. No tengo autoridad para retenerla”.-
-¿Y eso es todo? Permítame
llamarle la atención sobre sus agentes. La HCMN tiene acceso a su bitácora y
sólo la deben usar para informar puntualmente de los pormenores de cada acceso,
nada de opiniones ni observaciones. Si quisiéramos que pensaran los tendríamos
aquí. Su agente ha sido reseteado, así que recomendamos lo sustituya hasta que
complete su ciclo de crecimiento y formación. Mientras, necesitamos toda la
información posible sobre el grupo “Mandrágora” al que pertenecen esos dos individuos.
La red tienen las fichas de casi todos, pero necesitamos saber si se reúnen
periódicamente, dónde, cuando, y sobre todo para qué. Han vulnerado la ley de
libre reunión en innumerables ocasiones, así que como han conspirado contra el
gobierno federal y, por si las moscas, estamos a punto de incluirlos dentro de
los grupos terroristas contrarios al Sistema. A partir de mañana estarán en
busca y captura íntegros. Se prohíbe el reseteo pero se permite y anima a usar
cualquier método para retenerlos y entregarlos en su sede.-
Dicho esto las pantallas se
apagaron y se replegaron en el techo. Ahumada 12 quedó en silencio, pensativo.
Cuando comenzó a trabajar para el gobierno estaba más que orgulloso de ello. Pero
ha pasado el tiempo. Mucho tiempo. Lo que antes era una unión provisional de
estados para buscar una solución global, pasó a ser un único gobierno federal
en el que cada estado vale tanto como aporta a los presupuestos comunes. Sonaba
como aquella película que veía en los canales de cine clásico, La guerra de las
galaxias o algo así. Se nos presentan como la única solución viable a una
amenaza que finalmente resulta ser inexistente o, por lo menos, mucho menos de
lo que nos hacía creer. Pero ya era tarde. No se podía hacer nada contra el
gobierno más que, en el mejor de los casos como el suyo, trabajar para él. Y no
le iba mal. Tenía algún que otro privilegio como la semana de vacaciones
trianuales y el acceso nivel 1, que entre otras cosas le permitía la
suscripción a los canales de cine y listados de libros no permitidos anteriores
al nacimiento del gran gobierno.
Antes de llegar a casa paró
en una de las tiendas certificadas que había junto a su barrio. -Una botella de
güisqui y una bolsa de hielo- -Claro, señor. Déjeme que escanee su chip para
confirmar su permiso de compra- Un pitido y ya tenía acceso a la bebida y
estaba abonada. Otra de las ventajas del nivel 1. Mientras salía varios
clientes lo miraban con envidia. Caramba, alcohol. -Mi abuelo tiene una foto en
la que sale bebiéndolo- chuleaba uno -Pues sería millonario- contestaba otro.
Costara lo que costara, el ciudadano de a pie, nivel 7 o 6 si tenía carrera, no
podía más que comprar un paquete de doce cervezas mensuales. Dos paquetes en el
mes de diciembre por ser festivo federal.
Llenó el vaso y encendió el
terminal del salón. Cargando sistema base. Conectando a HCMN. Login. Buscó
“Estrella, Mandrágora” pero poco apareció. Fue escarbando de un enlace a otro,
sabiendo que alguien al otro lado del cable estaba observando sus distintos
clicks y consciente de que esa búsqueda se había realizado varias veces a lo
largo de estos días. Encontró su ficha de ciudadana: Estrella. Hija de Rocío,
profesora de bioquímica en la universidad pública federal y Rafa, colaborador
del AIT como técnico en las primeras versiones de HCMN. Si esa información
estaba en la red, los del gobierno la tenían. Habría que indagar un poco más.
Posible miembro del grupo terrorista Mandrágora (caramba, si que se habían dado
prisa). En busca y captura sin daño cerebral desde hacía apenas media hora. Así
que buceó un poco más para ver de dónde venía, sus orígenes.
Tras los disturbios
internacionales de 2015, los gobiernos de casi todos los estados se unieron
para atajar el problema de raíz. Se aprobaron leyes que impedían el derecho de
reunión, para evitar grupos insurrectos. Se creó una nueva tarjeta
identificadora personal, un chip subcutáneo en el antebrazo, y se cambió el
nombre de cada uno de los ciudadanos bajo el poder del gobierno federal. Un
nombre implica personalidad, origen, historia. Se cambió por la dirección de
cada uno. Como estaba prohibido disponer de más de un domicilio no había
problema. Y si se cambiaba este se cambiaba el nombre, a empezar de cero.
La antigua red, internet la
llamaban, costaba de numerosos nodos repartidos por todo el planeta y sin una
legislación clara. Instaurado el gobierno, se contrató al AIT para construir
una nueva red bajo un sólo nodo controlado por el gobierno federal. Los avances
en informática y el uso de computadoras cuánticas hacían posible centralizar
todo el tráfico en un sólo data center. Desapareció al almacenamiento personal.
Todos y cada unos de los bites que andaban por el planeta acababan o empezaban
en HCMN. Dentro de esta red todo era tratado como dispositivos: los distintos
terminales, los usuarios, los agentes del gobierno y hasta las plantas y
animales que cada uno tenía en casa. Cada uno con un chip implantando en caso
de ser orgánicos, y con un nivel asignado en la jerarquía: Nivel 7 para los
usuarios orgánicos de uso básico: plantas, mascotas, obreros y demás
trabajadores sin cualificación. Nivel 6 para los trabajadores, o no, pero con
carrera y comerciantes de material delicado. Nivel 5 para los funcionarios federales
de bajo nivel. Nivel 4 para los de nivel medio. Nivel 3 para las empresas
colaboradoras del gobierno. Nivel 2 para los trabajadores en materia de
investigación y desarrollo tanto funcionarios como autónomos, funcionarios de
alto nivel y todo el ejército excepto la cúpula. Y nivel 1 con los doce
miembros del gobierno federal, la cúpula militar y personal temporalmente
autorizado por cualquiera de estos.
Tras esta graduación, todo
pasaba por el ordenador central hasta para ir al baño. Para comprar se pasaba
el chip por el lector y consultaba los permisos contra el ordenador. Para
acceder a los distintos medios de transporte y edificios. Para fichar en el
trabajo... Para cada movimiento había un lector de chips que daba o negaba el
permiso. Y evidentemente el gobierno federal lo controlaba todo.
Los padres de Estrella
trabajaron en el proyecto llamado HCMN. Nadie sabe muy bien el porqué del
nombre, unos dicen que significa “Humanos Contra MáquiNas” con al ironía que se
permitía aún en aquellos tiempos. Otros que HyperCompuMegaNet en homenaje a una
antigua serie de dibujos animados que aún se puede ver en la tele hasta con
nivel 7 de acceso. El caso es que tras dos versiones distintas de la red
global, sin obtener el éxito deseado por el gobierno, todos los trabajadores
fueron “despedidos” y jamás se supo de ellos. Una empresa privada se hizo cargo
del proyecto y, en apenas unos meses, ya estaba todo tal y como lo conocemos
ahora.
Poco importante encontró
Ahumada 12 en su búsqueda. Amanecía ya yo no tenía nada que le sirviera: Un
muchacho llamado Carlos V 3 con las típicas aspiraciones de universitario
utópico, la hija de dos antiguos trabajadores de la red y un grupo terrorista,
Mandrágora, del que no había absolutamente nada de información. Al menos no en
la red. Quizás todo estaba en algún soporte físico. De esos que cuentan las
leyendas. Dicen que cada terminal tenía su propio sistema operativo y
almacenaba los archivos, fotos y documentos del usuario. Sólo para él, en
exclusiva. Lo podía compartir o no, era su decisión. Todo desapareció con la
HCMN. De aquello han pasado más de 20 años, difícil sería encontrar algún
dispositivo con información, y mucho más un lector o visor para examinarla.
Una noche en vela. Nada que
valiera la pena pasar a su bitácora. Una botella vacía sobre la mesa. Era hora
de dormir un rato. Por la tarde buscaría algo más, de momento sólo podía pensar
en descansar la vista.
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