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Pinturas en la Cueva de la Laja Alta, Jimena de la Frontera |
A Enix la cavidad le pareció la apropiada para plasmar la imagen que tanto le había impresionado. A sus doce años había visto por primera vez el mar, y aquel viaje junto a su padre a la ciudad de Carteia lo recordaría por muchas otras cosas. Cerró los ojos y en su mente volvieron a flotar los barcos y botes que había visto en el puerto, y su mano comenzó a plasmarlos en la fría caliza. Con la sangre de un conejo que había cazado junto al río, aglutinada con la grasa del animal, dibujó dos trirremes con los remos extendidos y varios barcos de vela más.