por Beatriz Lizana
(basado en hechos reales)
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Al menos diez duermen en cualquier postura |
Al tercer día ya había perdido la cuenta del número de chinos que vi dormir de cualquier manera y en cualquier lugar. En la calle, en el tren, en un banco de una plaza, en el suelo... Las escenas se repitieron durante todo el viaje por China, poco importaba si me encontraba en el gigantesco Pekín o en la diminuta Shangrilá ni si eran niños, jóvenes o viejos; en todas partes había chinos que se atrevían incluso a roncar. Como aquel chico que comía solo en un restaurante. Al terminar apartó el plato, se estiró sobre la mesa y cerró los ojos con absoluta tranquilidad durante al menos quince minutos. Nadie vino a molestarle.