Quijotes desde el balcón

lunes, 16 de diciembre de 2013

PRINCESAS (de alfombra roja)




(De izquierda a Derecha: Mardea, Alina, Asiye y Anna)

Llevaban ya años, meses aún algunas, que la sonrisa y el sol adornaban de nuevo sus caras.

Atrás quedaron las historias que la madre de Mardea le contaba sobre lo mucho que trabajó su padre para conseguir sacarlas a las dos de Duale (Camerún), en pleno golpe de estado en el 86. Y así tras un largo viaje por mar y varias escalas, conseguir dar a luz y hacer vida en Southampton (Inglaterra).
Mardea estudio derecho, especializándose en relaciones internacionales, y ahora trabaja y vive feliz en la ciudad de la Alhambra; con sus dos hijas y sin dejar de mirar hacía abajo, desde donde viajó para vivir.

Alina y su prima Anna consiguieron dejar la prostitución que, desde Ucrania, las trajo hasta un conocido local nocturno de las afueras de Granada. Gracias a una despedida de solteros, y al empeño de un acaudalado abogado de la ciudad, conocido por sus "nados contracorriente", quien las sacó a las dos primas de "su deuda" y ahora trabajan para él como amas de casa cinco días a la semana.

Asiye (Así es como la conocían desde hace años sus amigas) seguía trabajando la noche, en el mismo local nocturno donde años antes había hecho amistad con Anna y su prima Alina. Asiye llegó de las afueras de Ankara (Turquía, aún siendo demasiado joven para enfrentarse a "esa deuda que había que pagar". Hasta que la pagó (mezcla de maña y azar) y ahora no se enfrenta a nada; solo a su gusto por el olor del dinero, y a sus horas de noche para conseguirlo. 

Sus hijos en la misma escuela, la ayuda legal e información prestada por parte de Mardea, sus orígenes, sus aspiraciones, sus antiguos miedos. Las cuatro tenían algo en común que hacía que esa hora que pasaban casi todos las tardes en esa esquina del parque viendo jugar a sus hijos, las hiciera sentir fuertes, llenas de luz.
Las hiciera sentir princesas, ajenas a cualquier reino impuesto...





Me llaman siempre
y a cualquier hora,
me llaman guapa
siempre a deshora,
me llaman puta
también princesa
me llaman calle sin nobleza.
Me llaman calle
calle sufrida,
calle perdida de tanto amar.

(Manu Chao. "Me llaman Calle")


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