Quijotes desde el balcón

jueves, 20 de octubre de 2022

Perder un Imperdible (cara b de "Horquillas de Plastico)

Recuerda: tienes que leer antes el relato corto "Horquillas de Plástico" (pincha aquí) para conectar bien con este otro relato.


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   - Vente. Acabamos lo de inglés y así damos luego un paseo bajo la lluvia.

Esos pellizcos robados al día en compañía de Brais los buscaba Sofía de maravilla. 

Ir a por fotocopias, trabajos escolares (nunca en solitario), quedadas de viernes o domingo, cualquier momento era insuficiente para disfrutar de la complicidad, cariño y simbiosis que Sofía y Brais compartían al final de su adolescencia, casi acabando el instituto.

Esos eslabones se cocieron a fuego lento y ni las entrañas del Monte del Destino conseguirían derretir aquella amistad.

Y, efectivamente, derretirse no se derretiría, pero las distancias laborales que nos determinan las circunstancias propias los separarían miles de kilómetros, enfriando su día a día en pos de la crudeza del desarrollo propio de cada uno.

Aquella llamada de la European Phisiqual Engineer con becaza y apartamento pagado era demasiado suculenta como para rodearla de sentimentalismos ni de frenos circunstanciales. Estaba ahí y Sofía se iba a agarrar a esa barca con todas sus fuerzas.

Los meses siguientes fueron una continua autoconvicción entre los dos de que su gran amistad superaría de sobra unos pocos kilómetros y Brais hizo lo posible por aprovechar cada minuto de los escasos fines de semana que coincidían, asentando "lo que sea que tuvieran" sin importar los avatares próximos del destino. Sofía le seguía los pasos de baile, pero en su cerebro la música ya sonaba en otro idioma.






La segunda fiesta anual de la maravillosa residencia de becarios donde la habían alojado acabó con una gran sorpresa exótica entre las sábanas de Sofía y que gran sorpresa se repetía Sofía en su mente y en su alma concupiscible, entre sudor por todo el cuerpo y olor sabana (sin tilde) y sábanas mojadas le pareció oír sonar el portero automático del apartamento. Resoplándose los flequillos del pelo hacia arriba preguntó:

- ¿Quién es? 

Y una voz cargada de ilusión, kilómetros de incertidumbre y amor ciego contestó:

-Soy Brais.

Los ojos de Sofía se abrieron como dos platos de un restaurante aún sin inaugurar y negando con la cabeza le respondió como si le estuviera hablando al oído:

- ¡No, no, no, no! Esto no lo hemos hablado nunca, esto no es así. No, no, no Brais no te abro.

Y sentada en un taburete de la mesa de la cocina rompió a llorar sin volver la cabeza ni un instante mientras lapidaba su corazón ante posibles arrepentimientos. 

 






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