Quijotes desde el balcón

miércoles, 17 de marzo de 2010

EL TRICICLO


por Nono Vázquez

Cuando éramos pequeños, mi hermano me sentaba en el triciclo, me vendaba los ojos y me empujaba con todas sus fuerzas contra la pared. Hasta ahí todo podría considerarse más o menos normal, porque eran las travesuras del hermano mayor. Cada día era la misma historia y alguna vez hasta se llevó una reprimenda de mi madre, que no aprobaba aquellas maneras suyas de entretenerme, y en las que yo corría un grave peligro. Pero lejos de molestarme, a mi me gustaba y también me excitaba. Sentir el peligro de no saber en qué momento exactamente mi pequeño cuerpo se estamparía contra la pared era como una vitamina, un alimento que buscaba a diario, siempre con mi consentimiento, a escondidas de mi madre.

De ahí pasé al skate. Luego fueron las motos, de pequeña cilindrada primero y algo mayor después; yo quería sentir la velocidad y el peligro de tomar curvas a doscientos por hora y en ello encontraba el placer que ni la disco, el cine o el sexo proporcionaba al resto de mis amigos y conocidos. Por supuesto no me fue ajeno el gusto por los coches deportivos y alguna vez reté a la autoridad, la lógica y casi hasta la física al volante de ellos.

Una tarde me atreví con la ruleta rusa; y no se me quedó atrás el vuelo sin motor, el parapente y hasta el puenting, en el que me convertí en un renombrado practicante. Dicen que cuando uno prueba el sabor del riesgo no hay nada que lo pare, y precisamente hoy me di un atracón de él cuando salté al vacío desde un avión a siete mil metros de altura en el ejercicio final de mi curso de paracaidismo; la máxima expresión del riesgo. Y ahora, cuando soy consciente de que mi paracaídas tiene un fallo y ya no se va a desplegar; cuando me quedan apenas unos segundos para abrirme la cabeza contra el suelo me pregunto qué hubiera ocurrido si hubiera corrido lejos de mi hermano, cuando éramos pequeños, aquellas veces en que me sentaba en el triciclo, me vendaba los ojos y me empujaba con todas sus fuerzas contra la pared…

2 comentarios:

Alfred dijo...

Buenoooo!
Reflexión final...

Rafa Vera dijo...

Me ha encantado el relato... ¿Habrá segunda parte?

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