-¡Triple salto mortal con tirabuzón a la derecha hacía yo cuándo tenía la mitad de años que tienes tú!- Repite Felisa cada vez que voy a visitarla a la clínica. Es mi paciente preferida.
- Felisa, tú nunca has sabido nadar.
- No, nunca…- Deja pasar veinte segundos y sigue- desde lo alto del trampolín podía ver kilómetros a mi alrededor me sentía… ¡la dueña del mundo!
Yo voy para obligarla a moverse, terapia de rehabilitación, por una extraña caída desde un tercer piso lleva cincuenta años viviendo un ensueño y a los sesenta y muchos, le cuesta moverse, comer y hasta respirar.
- Felisa, ponte de pie, vamos a dar un paseo.
Pero de un manotazo me empuja de vuelta a la silla.
- ¡Déjame volar! Cómo cuándo por fin me decidía y me lanzaba a la piscina… Mientras caía tenía tiempo de imaginar que era un pájaro, una golondrina, que en unos cuántos aletazos era capaz de huir hacia tierras mejores. Luego llegaba al agua y al sumergirme…
- Felisa, hoy estás dispersa, eh!! ¿Has tomado la medicación?- Pero ella sigue en su mundo inventado.
- ¿Tú quién eres? ¿Qué haces debajo del agua? Desde lo alto del trampolín no te había visto. Me gusta estar aquí bajo el agua, escondida…- Entonces mete la cabeza entre las piernas y de una sacudida se pone en pie- ¡Una pena que haya que salir afuera para respirar!
Y comienza a mover los brazos y las piernas como si verdaderamente estuviera metida en una piscina, manteniéndose a flote. De repente para y vuelve bruscamente a sentarse en el sillón.
- Felisa, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué has salido tan pronto del agua?
- ¡Viene mi padre! He visto su boina acercarse desde el otro lado de la calle. Cuándo me vea así… mojada, ¡Me va a dar una paliza! A él no le gusta que nade, ¿Sabes?
- Pero Felisa, tu padre murió hace años, tranquila, no llores.
- Trae la boina azul, la que cogí yo el otro día para jugar.
- ¿Azul? ¡Qué color más extraño para una boina!
- Es que mi papá trabaja con uniforme azul y pidió a mi madre que le comprara una del mismo color, a él le gustaba mucho. ¡Fue una pena que la “perdiera”! ¡!¡Jajaja!¡!
Y comienza a reír desenfrenada. Se agita en el sillón asustada y farfulla:
-Yo no, no fue así, yo es que, a mi me…- Para entonces ya me he dado por rendida, imposible sacarla a pasear, ya sólo puedo escucharla- ¡Fue una voz la que me dijo que lo hiciera!: ¡Salta, salta, salta! ¡Corre, corre! ¡Que viene! Así que como había imaginado mil veces antes, salté desde el trampolín improvisado de mi ventana en el tercer piso a la calle…¡!¡Jajaja!¡! ¡Mi padre no me cogió nunca! Mira, mira, aquí tengo la boina- Y me enseña un bolsillo vacío- Él nunca la recuperó ¡!¡Jajaja!¡! fue mi venganza a sus gritos ¡Y cómo se atreva a tocarme otra vez le escondo los zapatos!
- Felisa, tengo que irme vuelvo el jueves, a ver si tienes más ganas de pasear.
- ¿Ya te vas? ¡Creía que ahora íbamos a nadar un rato!
6 comentarios:
Enhorabuena por el relato que sabes que me encanta y sobre todo bienvenida al grupo.
Genial!!!
Muy chulo, Roc
Muy bueno, jeje
Me quito el sombrero (la boina) ante tu relato.. muy bueno... muy bueno..
Deja abiertas muchas interpretaciones subjetivas y emocionales.
Muy bueno.
Como le he dejado en el comentario a mi hermano, muy buenos los dos relatos, la cosa va a estar complicada. Que imaginación tenéis.
Me hayo abrumada, que ilusion!! Muchas gracias por dejar vuestros comentario. El próximo prometo trabajármelo mas.
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