No sé exactamente como entraste, si sé que fue poco a poco, con evidencia tras evidencia, y estrellándome verdades en la cabeza
Yo estaba tumbada y tranquila en el sofá, y un día empecé a mirarte con mi mirada más pequeña, aún tenía miedo de abrirte mis ojos por si acaso me levantabas del sofá. Pero me equivoqué y no entraste por los ojos, entraste por los oidos, tal vez porque muy a mi pesar no puede cerrarlos o lo más probable, porque quise tenerlos abiertos, quise escuchar y escuchar y cuanto más escuché más deseaba escuchar, y empecé a hablar , a gritar mis deseos, a proponer mis soluciones, a romper los hilos que me manejaban desde muy arriba y me mantenian sentada en el sofá... me brillaban los ojos, porque me había dado cuenta que, aunque la libertad estaba lejos, yo ya estaba un paso más cerca
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