![](http://1.bp.blogspot.com/-8-0RVYvmsvk/VNEJMR775pI/AAAAAAAAAGU/whj2cXFmkZo/s1600/Once-Upon-A-Time-In-The-West-3.jpg)
- No quiero líos en mi local! - Caballeros si tienen que discutir, háganlo fuera!! -
La figura oscura dirigió de soslayo una mirada a Morton y este, volvió la cabeza hacia el viejo empleado, que palideció por un instante. Pudo ver el ojo de cristal de Waters, brillar en un tic inusual...
- Disculpenme caballeros, no me había fijado en las placas! - exclamó mientras continuaba limpiando los vasos con un ritmo cada vez más frenético.
Waters, se acercó lentamente a la esquina del mostrador, a un metro escaso de Morton. Era un tipo alto, vestido de negro riguroso. Con un chaleco con brocardo y extraños repujados, tal vez obra de algún artesano de Las Rocosas. Lucia una brillante placa de metal en la solapa de la vieja chaqueta confederada, reliquia de una guerra ya acabada. El rostro, duro, con muescas cicatrizadas y un ojo de cristal verdoso, contrastaba con el otro, de un azul intenso. Morton lo miró fijamente, estallando en una carcajada....
- Ahhh el viejo bastardo de Bill Waters!! - ¿Que diablos haces aqui? ¿Ahora eres comisario? -
Una mirada fría como el hielo se clavó en el rostro de Morton...
- !Que me aspen si no es el inútil de James Morton! ¿De nuevo vagabundeando, en busca de una maestra rica? -
Dos sonoras carcajadas estallarón en el ambiente, y al instante ambos individuos se vieron compartiendo una botella de "Old Dutch", en una de las mesas, servida por la temblorosa mano del viejo empleado...
- Maldita sea, - dijo Morton - ha pasado demasiado tiempo, Bill
- No el suficiente - dijo Waters - nunca el suficiente. Algún día tendría que acabar con esos malnacidos y el día ha llegado, James. Esos canallas aparecerán de un momento a otro en ese maldito tren y yo estaré ahi para detenerlos.
- Siempre has sido un loco y un insensato, - le espetó Morton - ¿Realmente crees que vas a acabar tu solo con toda esa banda? Además, Harrigan no acudirá sólo a la cita. Siempre ha sido un cobarde. Seguro que trae hombres de Chesterton...
- !Maldita sea, James, ¡no me importa!, estoy decidido. Acabaré con él -
Amanecía lentamente tras los viejos cristales del Salón. Unas nubes, barridas por el frío viento del desierto, aparecieron por el horizonte anaranjado.
- Pronto estarán aquí, James; casi puedo sentir el trote de los caballos y el traqueteo del tren...-
- Debes descansar un rato, yo haré la primera guardia - dijo Morton -
- Tonterias, me encuentro perfectamente....Maldito Harrigan!! -
Empezaba a salir el sol con un destello polvoriento sobre el horizonte. Se preveía un día caluroso. El aire comenzaba a condensarse por momentos y la tablas de la vieja tarima crujieron bajo el peso de los dos hombres. Sentados ahora bajo la techumbre de hojalata, dormitando, con el sombrero tapándoles los ojos. Esperando.
El vetusto reloj Collins, del anden marcaba las tres y diez, cuando en la lejania se percibió un pequeño murmullo. Una especie de traqueteo, acompañado de una nubecilla de polvo del desierto.
- Puntual, como siempre - inquirió Waters.
- No lo suficiente. Nunca lo es - apuntó Morton.
La extraña bala gigante de plata se detuvo resoplando una oleada de humo denso y caliente, en un crepitar de extraños sonidos. Las puertas transparentes se abrieron con un resoplido eléctrico. Los pasajeros, ataviados con aquellos inusuales ropajes, descendieron lentamente la escalerilla, un tanto temerosos. Entre la bruma que se despejaba, por momentos, un niño vió dos figuras enormes. Inertes. Fantasmales.Cubiertas de polvo y huesos. Con los raidos gabanes al viento y unas brillantes placas de metal. Agarrando fuertemente del brazo a su padre, aquel niño exclamó con los ojos como platos:
- !Mira, mira Papaaa, como en las películas del abuelo!!
Waters acertaba ahora a ver aquellas extrañas figuras entre la bruma. Quizás el polvo del desierto se le había metido en los ojos vidriosos. Quizás nunca era suficiente.
1 comentario:
Muy bueno Alfred... Muy bueno... ¡Parece que estemos todos, descongelando las articulaciones..y dejando que nuestros dedos; corazón y mente se fundan en texto cargado de nosotros mismos. ¡Un abrazo!
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