Quijotes desde el balcón

miércoles, 30 de septiembre de 2015

¡Cómo te quiero! (Ricardo San Martin Vadillo) (V aniversario EAYA)


V ANIVERSARIO 

“Veinte años no es nada”, dice el tango. Bueno, cinco años de vida de “Entre Aldonzas y Alonsos” sí es algo. Es un pedacito de tiempo en la vida de un grupo de personas. Personas unidas por afectos y aficiones. La afición de la creación literaria. 
En una Alcalá que trata de salir adelante día a día, donde el trabajo es un bien precioso, entre cofradías, ferias, carnavales, calores de verano, escasez de lluvia, crisis económica y de valores. 
Aquí nació, en Alcalá, y aquí sigue, en el Café Bar Casablanca como lugar de reunión y de encuentro, “Entre Aldonzas y Alonsos”, integrada por gentes diversas en edad y gustos, unidas en torno a relatos diferentes. 
“Colgaos”. Colgados en la red, en su página web, atrapados por los personajes que crean e imaginan. Es momento para alegrarse, celebrar que se escribe, que se piensa, se imagina, que se hace funcionar la mente creativa. Alegrémonos, estamos aquí y escribimos. 
Pero… 
¿Y si un día alguien dinamitara Internet? ¿Y si fallase la red? Esa red universal, intangible, casi anónima. 
El papel y los libros han sobrevivido a través de los siglos. Yo soy de libro, no de página “webo”, ni de “Facebook”. Aconsejaría una edición en papel de esos relatos, muchos se lo merecen. 
Otra idea: venimos aquí cada año el día de Todos los Santos y leemos nuestros relatos sobre la muerte, las tinieblas y el más allá. ¿Por qué no venir otro día, tal vez en primavera, y celebrar LA VIDA, lo positivo, la ilusión y la luz? 
Propuse estas ideas, y otra, hace tiempo, pero cayeron en saco roto. Ahora las reitero. 
Hoy toca alegrarse, sentirnos felices y orgullosos porque las Aldonzas y los Alonsos cumplen cinco años. Sigamos escribiendo. 


¡CÓMO TE QUIERO! 
(Ricardo San Martín Vadillo)


-¡Ay, mi Cati, cómo te quiero! 
-Qué bello es querer y que te quieran, -pensaba yo sentado en una mesa en la terraza del bar del Parque, con la Mota vigilante en la distancia. 
No había podido evitar oír aquella declaración de amor de aquel hombre, mientras de espaldas a él, leía el periódico en una luminosa mañana alcalaína. 
-Tú eres mi fiel compañera, la que está a mi lado en todo momento. 
-Eso es el amor, -me dije a mí mismo-: comprensión, apoyo mutuo, alguien que sepa escuchar y orientarte en los momentos difíciles de la vida. 
Me imaginé a los dos cercanos protagonistas de la conversación: él ya entrado en años, quizás con pelo canoso, pero aún lleno de vigor y de ardor amoroso por su esposa, tal vez un poco más joven que él..  
-Pero, ¿estarán casados o serán pareja de hecho? Qué más da, lo importante es que se quieren. Eso me decía sin querer romper el momento íntimo y dulce de la pareja. 
-¿Me vas a dar un beso? –pidió él meloso. 
-Es bonito que dos seres que se quieren muestren su amor. No hay que ser monótono, no hay que dar nada por sentado, -me dije. –Cualquier momento es bueno para reiterar el amor. 
-¿Cómo será ella? Desde luego, Catalina es tímida, callada, -especulé incapaz de concentrarme ya en las noticias del periódico y sin querer girarme para observat a la pareja. –Aún no le ha dicho nada a su amado. 
-¿Me vas a dar un beso, Cati? –volvió a rogar él con voz entregada. 
Y en ese instante se rompió el misterio y el hechizo del momento. 
-Guau, guau, guau, -oí con un sobresalto, a la vez que comprendía.  
Cuando me volví, allí estaba Cati en brazos de su amo: una perrita mínima, con un lacito rosa ciñendo su “toto”. 
-Guau, guau, guau, -ladró el caniche a la vez que su lengua lamía los labios de su dueño. 




No hay comentarios:

Archivo del Blog