Quijotes desde el balcón

domingo, 12 de febrero de 2017

CENA ROMÁNTICA (por Marina León)


Cena romántica
Salió corriendo del portal de casa para poder llegar al supermercado antes de que lo cerrasen y así comprar la botella de vino blanco que necesitaba para cocinar el hígado encebollado que estaba preparando para el cena de esa noche. Para ella era tremendamente importante, no solo iban a celebrar San Valentín, también iban a celebrar que él, finalmente no la había dejado. Bien, solo faltaban cinco minutos para que el supermercado cerrase y llegó justo a tiempo. Entró y cogió la botella de vino. Mientras esperaba pacientemente en la cola para pagar, repasaba mentalmente todo lo que necesitaba para esa noche, intentando no olvidar nada. Cuando llegó su turno pagó a la cajera y salió rápidamente de la tienda dirigiéndose a casa.

Entró en el piso y lo primero que hizo fue coger el ambientador y soltar un par de ráfagas de ese pesado aroma que entraba por la nariz quedándose por una eternidad. Al pasar por el salón le dirigió un amoroso saludo a su marido.

— ¡Cariño! Ya estoy en casa.

Él estaba sentado en frente del televisor, donde emitían un partido de fútbol. Ella no esperó respuesta y entró en la cocina donde había dejado el hígado cocinándose a fuego lento. Lo regó con un chorreón de vino blanco esperando que así se hablandase y cogiese un poco de sabor.

— Mi vida— le dijo a su marido— voy a arreglarme un poco. He dejado el fuego puesto. Échale un ojo cuando puedas.

Se metió en la habitación y cogió uno de sus vestidos de fiesta. Uno de esos que se guardan solamente para las ocasiones más especiales. Cuando terminó de vestirse. Se fue al cuarto de baño y se maquilló dándose un toque de rimmel en los ojos y pintándose los labios con el rojo más oscuro que tenía. Antes de salir al salón, se miró en el espejo y se sonrió, sabiendo lo mucho que le gustaba ese color de labios a su marido.

En la mesa que había preparada en el salón, ella se había molestado en colocar unas velas y un jarrón con dos rosas en el centro. Todo lo que podía preparar para esa noche le pareció poco. En la cocina apagó el fuego y sirvió el hígado en la bandeja de la vajilla 'cara' que solo sacaba en las Navidades cuando se reunían con toda la familia. Llevó el plato al salón y luego cogió una botella de vino tinto. Se sentó en una de las sillas, se sirvió el vino en una copa y la alzó mirando a su marido que continuaba sentado en el sofá frente al televisor.

 Todo lo que podía preparar para esa noche le pareció poco


—Cariño. Brindo por nosotros y por nuestro futuro. Ahora sé con seguridad que nunca podrás dejarme y que no volverás a engañarme con ninguna otra mujer. Te quiero, siempre estaremos juntos.


Mientras le daba un sorbo a su copa, a su marido se le empezó a caer un hilo rojo de sangre por el filo de la boca. Se levantó con una servilleta en la mano, le limpió el reguero que la sangre había dejado en su cara y lo besó en los labios. Bajó la mirada comprobando como el sofá estaba empapado de la sangre que había manado cuando le había realizado la incisión en la parte superior del estómago y por las varias puñaladas en la espalda y en el pecho. Volvió a la mesa, empezó a probar el hígado y pensó que ya se encargaría de eso mañana por la mañana.

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