Quijotes desde el balcón

miércoles, 1 de noviembre de 2017

El siguiente mundo

por Diego García (10 años)

¿Alguna vez os habéis preguntado qué hay después de la muerte? O, ¿qué pasará cuando me muera? ¿Podré flotar y ver el mundo exterior, o, todo lo que pasa hasta el fin del mundo se me pasará más rápido que la luz?

Bueno, pues, ¡hola, me llamo Álex y yo sé lo que pasa después de eso y, os lo voy a contar hoy, aquí en el Día de los Santos Difuntos.

Viernes
Ese día fue el comienzo de todo. Estábamos preparándonos para una gran excursión por el cumpleaños de mi hermano pequeño y le pregunté a mi madre:
- ¿Mamá, a donde vamos a ir?
- Es un secreto, Álex, no te lo podemos decir.
Luego le pregunté a papá y me respondió algo similar:
-Ya lo verás, es una sorpresa.
Entonces salimos, atravesamos la ciudad y llegamos al bosque.
- ¿Ya está? Pregunté. ¡Si al bosque ya hemos venido mil cuatrocientos trillones de veces…!
- Es para otra cosa, respondió mi padre.
Caminamos una media hora más y entramos a un sitio nunca visto por mí. Cuando no se lo esperaba nadie llegamos a una mansión gigantesca y abandonada. Era color morado claro y el tejado era totalmente negro. La casota era de madera, excepto las tejas, que eran de ladrillo. Las ventanas estaban cerradas con candados plateados. Entonces tuve la peor idea que alguien puede tener en el universo exterior e interior. Estábamos contemplando la mansión y a mí se me ocurrió acercarme a explorar. Avancé un poco y subí los dos o tres peldaños que había en la entrada y me situé frente a la puerta. Tenía la sangre congelada y, como soy tan valiente, toqué la puerta. Toc, toc, toc, sonó en el interior, toc, toc, toc, sonó en el exterior. Mis pelos se erizaron y las pupilas se me derrumbaron.
- Papá, ¿has oído eso?
- Álex, será el eco.
Yo quería demostrarle que era algo sobrenatural y abrí la puerta. Lo que ví me dejó de piedra. Una ventana enfrente de mí y una figura con forma humana en el centro. Todo estaba muy oscuro. Corrí hacia mi familia sin perder de vista a la sombra. Tropecé y caí al suelo. Mis padres y mi hermano habían desaparecido y de la casa salió una voz:
-Has llegado a tu meta final, amigo.
La figura, en medio segundo, apareció en la puerta, comencé a huir. Unos tentáculos negros empezaron a perseguirme. Corría todo lo rápido que podía, pero los tentáculos no se quedaban atrás. Cada vez se movían más rápido. Salí del bosque y entré en la ciudad. Corría por las calles y pedía a gritos ayuda a los vecinos. Vi que se asomaban, pero nadie me ayudaba. Entonces encontré una lata, la cogí rápidamente y se la tiré. De pronto se paró y empezó a moverse hacia mí, pero más rápido que antes. No tuve más remedio que huir, parece que lo había cabreado aún más. Llegué a mi casa, pero la puerta estaba bloqueada. La criatura se acercaba con sus aterradores tentáculos apuntándome y, cuando casi me rozaban, un movimiento rápido y me enrolló como una serpiente a su presa. Y, ¿queréis saber qué pasó después? Que me desmayé…

Sábado
Me desperté y estaba en la mansión abandonada, en una jaula colgada en el techo, a unos 20 metros de altura. Intenté escapar, pero en cuanto agité la jaula, ésta se empezó a balancear y, con tanta altura, daba muchísimo vértigo. Uf... me da miedo hasta de imaginármelo.

Entonces volvió a sonar la voz:
-Vaya, vaya, vaya... veo que has despertado. ¡Uy! No me he presentado, me llamo Abdul, pero llámame Rey de las Almas.
- ¿Qué, qué, qué? ¡Qué almas! ¿Qué es este lugar?
- No sé si habías oído hablar del Reino Espectral. Todo el mundo cuando muere, sus almas vienen a este lugar. Aquí se quedan toda la eternidad.
- ¿Aquí? ¿Y no salen?
- No.
- Yo no veo nada, ni a ti.
- Bueno, cállate ya, muchachito, que voy a hacer unas cosas fuera. No muevas ni un músculo porque inmediatamente te borraré del mapa.
La voz se fue y la puerta, que por cierto chirriaba mucho, se cerró.
- ¡Vaya, ahora tendré que aguantar el resto de mi vida en esta jaula!
- Eso nunca pasará...
-Ojalá... ¿Quién ha dicho eso?
- Soy Jonny.
- ¿Quién eres?
- Una de las miles de almas, escúchame. Te voy a sacar de aquí.
- ¿Cómo?
- Eres un niño. Cabes entre los barrotes.
- Y…¿no me caeré?
- No, las almas vuelan.
- Pero...
- Una... dos... ¡y tres!
Jonny y Álex saltaron y en dos momentos estaban en tierra firme sanos y salvos.
- Ahora toca salir de este montón de chatarra y la voz sonó a sus espaldas:
- ¿Me tomáis por tonto? Jonny…
- ¡Corre Álex!
Álex, como una bala se dirigió a la puerta y salió.
-¡Álex! -dijo Draux.
-¿Qué quieres de mi? -gritó Álex.
-Una persona cuando entra aquí nunca saldrá. El que entra no sale.
-¡Pues yo sí saldré! -respondió desafiante.
Y Álex salió corriendo.

Draux se teletransportó  a la entrada y, cuando dio el primer paso fuera, Álex paró y dijo:
- A,a,a, el que entra no sale….
- ¡Maldito Álex! -gritó Draux, que Jonny, junto a otras almas le agarraban de los tentáculos.
Pero Álex no le oía. Cuando llegó a su casa notaba que algo le faltaba... ¡Su familia, se había olvidado por completo! De pronto oyó unos lloriqueos en la planta de arriba, subió a ver qué pasaba, abrió la puerta y... ¡su hermano!
- ¿Qué te pasa? -le preguntó con curiosidad.
- Ez... ¡ez que eztoy zolo!
- No no, estoy aquí contigo.
- Pedo, zoloz, ¿qué hacemoz?
- Idear un plan...

Domingo
-A ver, donde perdimos el rastro de mamá y papá fue en el Reino Espectral.
-¿Qué deido Ezpetral?
-La casa gigante.
-Vade, vade. Tengo una nota pada ti. 
El hermano le dio la nota y leyó: Álex, te veo al otro lado.
- Otro lado, otro lado -pensó Álex-... ¡Claro, puede ser detrás de las paredes o en otro sitio! Vale, primera pista, ¿qué más?
- No ze, ya no ze me ocurre nada.
- El viernes, la sombra me dijo: meta final...
- Mi meta final ez zer una gran perzona.
- ¡Eso es! Una gran persona, pero ¿quién es esa gran persona?
- No ze… Oye Ález, zon laz diez de la manaña y noz tenemoz que dar priza.
- Vale, yo creo que con esto es suficiente. Marchemos.
Álex y su hermano salieron hacia el Reino Expectral. Atravesaron la ciudad y el bosque, hasta ahí todo normal, pero en cuanto entraron en la ruta secreta, para llegar a su destino, todo empezó a oscurecerse. Los árboles eran grises y el suelo era rojizo. Cuando llegaron, la mansión estaba cubierta por matorrales y pinos. Cuando les oyeron, cientos de murciélagos salieron de los árboles. No le dieron mucha importancia, así que empezaron a rodear la casa, por si encontraban algo, pero nada, cero información. Querían entrar, pero tenían mucho miedo. Llamaron a la puerta, y un sorprendente amigo abrió:
- ¡Jonny! Dijo Álex con alegría.
- Shhhhhh…, Draux está dormido. Es nuestra oportunidad.
- ¿Para qué?
- Para librarnos de él…¿Quién es ese, un enanito?
- No, es mi hermano pequeño.
Jonny, Álex y su hermano entraron sigilosamente, y se escondieron para idear un plan.
- Tenemos que cerrar todo, menos la chimenea.
- ¿Por qué?
- Porque es el único el sitio por el cual Draux no puede escapar. En cambio, todos los demás si podemos.
- ¿Ez muy grande?
- Si es una gran criatura -respondió Jonny-. ¡Callaos, se ha despertado!
- La,la,la -dijo Draux-... voy a dar un paseo.
Draux, se dirigió a la puerta, intentó abrirla, pero no pudo.
- Argh, ¿qué le pasa a esta maldita puerta?
- ¡Ahora! -gritó Jonny.
Todas las almas, incluyendo a  Álex y su hermano, salieron por la chimenea. Jonny, fue el último y, como era de esperar, Draux, le agarró el pie.
-¡Jonny! -gritó Álex.
-¡Álex, huye! ¡Yo no puedo escapar, pero tú sí!
Y de pronto, Jonny retrocedió hacia atrás.
-¡No! -dijo Álex, que junto a su hermano salían ligeramente de la mansión.
Poco a poco la mansión fue disminuyendo de tamaño. De repente, todas las almas se pararon y de la mansión salieron destellos por todas partes. La casa fue desapareciendo. Pero... ¿qué había pasado con Jonny? Aunque no lo creáis, una voz a lo lejos decía:
- ¡Álex, chicos, soy yo!
- ¡Jonny! -gritó Álex, con todas sus fuerzas-. ¿Cómo has...?
- Es una larga historia -respondió-. Vamos a dejarte en casa. Tus padres estarán preocupados.
- ¡Mis padres! ¿Qué les ha pasado? ¿Dónde están?
- Tranquilo, están bien.
Y, junto a todas las almas, aterrizaron en el jardín.
- Supongo que esto es un adiós -dijo Álex, apenado.
- No pasa nada, de vez en cuando, vendré a verte. Adiós.
- Adiós.
Junto a su hermano vieron como todas las almas se fueron alejando, perdiéndose en el horizonte, el horizonte del siguiente mundo.

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