Quijotes desde el balcón

miércoles, 30 de enero de 2019

¡SE HUNDE! (por Raúl Góngora)


Isabel no paraba de meterme mano sin corte alguno en la cola. De pronto me cogió el brazo y me dijo
   — Vamos al servicio.
   — ¡Qué me arranquen los ojos y el corazón de golpe si alguna vez digo que no en momentos así! Pensé.
No sé cómo lo hizo pero aún no habíamos acabado de llegar a la puerta interior de los baños cuando me giró para que viera como estaba dándole vueltas a sus bragas en sus dedos.
   — Estás loca. Le dije mientras me bajaba los pantalones.
Yo no sé qué flotaba ese día en el ambiente, o cuantos más habían abusado de los chupitos de después de comer en el chino, el caso es que una pareja que iba también a los servicios, al ver que nos comíamos literalmente contra los azulejos del cuarto de baño, se acercó desvistiéndose y se entremezclaron en nuestro fogonazo pasional.



Al minuto o menos había dos chicos más que, sin mediar palabra estaban casi desnudos entre nosotros. Resoplidos, bufidos de placer y gemidos anónimos estaban ya llenando aquellos baños de la planta alta de centro comercial. Dos chicas más, y un guarda jurado, que en vez de llamarnos la atención, se desnudó en segundos, como si de un stripper de despedida de solteras se tratara, se  agachó y se coló en el centro de la muchedumbre hormonada.
Así sucesivamente durante los siguientes minutos fueron apareciendo personajes a cada cual menos pudoroso llenando aquel baño de chicos hasta que no cabía ni un alfiler. Sujetadores, Calzoncillos y hasta un consolador, se ve que alguien viajaba con él encima, pasaron por delante de mis narices. Nos hicimos todos de todo.
Cuando exhaustos comenzamos sin mediar palabras a dejar el baño vimos que la película había comenzado hace ya más de una hora.
Nos miramos los unos a los otros y con la cara aún colorada y medio sudando nos dijimos:
   — ¡Bah, se hunde, todos saben que el Titanic se hunde!



Fue la mejor película que no he visto en mi vida.

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