Purificación Molina Rueda y Ricardo San
Martín Vadillo
Todo empezó el día en que, por voluntad
propia, decidió coger aquel libro de Miguel Delibes: El príncipe destronado. Comenzó a leer con desgana, más por tedio
que por obligación. Sus ojos recorrían las líneas del libro y después de dos
páginas se dio cuenta de que la historia le había atrapado. Sintió que estaba
viviendo con Quico el despertar de aquel día, que estaba en su habitación y
percibió. Estaba solo en su “el resplandor
que se filtraba por el cuarterón mal ajustado, de la ventana. Con la luz se
dibujaba la lámpara de sube y baja, de amplias alas” cuarto, leyendo aquel
libro que hace tiempo le habían regalado y que nunca se había molestado en
abrir hasta aquel momento. Y de pronto, le pareció no estar solo, creyó ver a
la Vítora que decía: “Me parece que llama
el niño”. No podía ser, aquello no era real. Lo real era su cuarto, su casa
y su pueblo. Lo real eran sus amigos, su
colegio. Eso sí era real. Quico y la Vito no podían ser reales, no existían, ¿o
sí?
En alguna otra parte de Jaén, en
fechas bien recientes, otra persona- de nombre Manuel, Josefa, Tomás, María -qué más da-, lee un libro de Gabriel García
Márquez: El general en su laberinto: “El general se agarró sin fuerza
de las asas de la bañera .../... –Vámonos -dijo. Volando, que aquí no nos
quiere nadie”. El lector percibe que lo que
lee es real, es actual, es preciso y precioso, e imagina al general Augusto
Pinochet en su obligado destierro londinense esperando una decisión de los
lores británicos. Siente el general sobre su cogote el aliento fantasmagórico
de los “desaparecidos” durante su mandato y piensa -no que no le quiera nadie-
que tiene sus partidarios en Chile, pero que la opinión internacional y una
justicia más ecuánime y universal que la de su país pueden hacer realidad lo
que nunca llegó a imaginar cuando dictaba órdenes. Sabe ahora que el otoño de
su vida estará acosado por los espectros de toda su represión política.
Literatura y realidad tan unidos.
Ese mismo lector tuvo entre sus
manos, hace meses, el libro de Aldous Huxley: Un mundo feliz, y rememora la impresión causada por aquel fragmento
del libro: “Hombres y mujeres
estandarizados, en grupos uniformes. Todo el personal de una fábrica podría ser
el producto de un solo óvulo bokanovskifado.
- Noventa y seis
mellizos trabajando en noventa y seis máquinas idénticas! -La voz del director
casi temblaba de entusiasmo- . Sabemos muy bien a dónde vamos”.
No, él/ella no está muy seguro/a de a dónde
puede conducir esta experimentación científica. Una vez más la literatura, la
fantasía fue por delante de la realidad, todo parecía ficción cuando Huxley
escribió su libro pero hoy ya es plausible que los límites de lo que la ciencia
puede hacer han sido extendidos y no sabe muy bien qué puede venir después de
haber visto la foto de la oveja clónica Dolly en los periódicos. Dolly el
primer ser vivo “copiado” genéticamente al 100% de otro ser vivo. Todo estaba
recogido en los libros “de ficción”.
El estudiante de Secundaria, de
nombre Ramón, Rosa, Felipe o Felisa, ha leído como parte de su programa escolar El Lazarillo de Tormes. Disfrutó de lo
lindo con muchos pasajes y ahora recuerda aquel fragmento tan actual: “Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas, y cuando le
mandaban rezar y le daban blancas, como él /su amo el ciego/ carecía de vista,
no había el que se la daba amagado con ella, cuando ya la tenía lanzada en la
boca”. No fue mal pícaro aquel Lázaro -piensa
el estudiante- cuyo autor anónimo contó sus hechos y andanzas en el siglo XVI,
mas en estos nuestros tiempos (años 1982 a la presente) otros tantos presuntos
pícaros: roldanes, guerras, condes, olleros, rubios, urdangarines... han visto
acrecentada su fortuna por arte de maletines, convolutos y mordidas. Nada
nuevo, todo cuanto de humano tiene nuestro comportamiento está recogido en los
libros desde hace siglos.
Pero no piense el lector que
todo debe tener una visión negativa de lo contenido en los libros. También los
más nobles sentimientos y acciones humanas están reflejados entre las hojas de
una novela, poema o ensayo. Ese clásico moderno que es El nombre de la rosa de Umberto Eco así lo recoge: ”Oh, el amor tiene efectos muy diversos;
primero ablanda el alma, luego la enferma... Pero más tarde ésta siente el
fuego verdadero del amor divino, y grita, y se lamenta, y es como piedra que en
el horno se calcina, y se deshace y crepita lamida por las llamas”.
Leer este fragmento es como
tener al lado la obra caritativa, de entrega desinteresada de la madre Teresa
de Calcuta y la de tantas otras personas entregadas a la ayuda altruista a sus
semejantes en países del Tercer Mundo. Benditas sean.
Para reflejar el amor sensual
leamos Romeo y Julieta o La Celestina,
con la pasión de Calixto y Melibea. Qué no decir del libro de Pablo Neruda Cien poemas de amor y una canción
desesperada. Lo mismo me sirve como ejemplo, lector, un fragmento de su
libro Cien sonetos de amor: “No te
quiero sino porque te quiero / y de quererte a no quererte llego / y de
esperarte cuando no te espero / pasa mi corazón del frío al fuego”.
Libros: palabras para narrar,
para describir amores, llantos, temores y esperanzas. Humanos sentimientos: la
duda en Hamlet, los celos en Otelo, la ambición en Macbeth, la generosidad en Misericordia. Ah, libros: trozos de
vida.
No me digáis que los libros sólo
contienen fantasías, historias inventadas, imaginaciones de la mente. En
literatura como en el arte, no se sabe muy bien quién imita a quién: el libro a
la realidad o la vida a las novelas. Ah, los libros contienen retazos de vida y
son tan reales o irreales como nuestro diario acontecer.
¿Acaso es más real un documental
televisivo de Jacques Cousteau que las escenas de 20,000 leguas de viaje submarino? Tal vez no existe un terror
similar entre lo que seres “humanos” hicieron con Ortega Lara o lo que otros
hicieron con la farmacéutica de Olot y el escalofrío que nos producen libros
como Frankenstein o Dr Jekill y Mr Hyde? ¿Pensáis que es más
fabulosa la reciente noticia de la vuelta al mundo del globo Breitling Orbiter
3, que la aventura descrita en su día por Julio Verne?
Libros y vida están íntimamente
relacionados y beben uno de otro. Mientras leemos vivimos otras vidas, lo que
otros antes vivieron quedó plasmado en
libros, lo que hoy nos toca vivir fue imaginado, tiempo ha, por la literatura
de anticipación.
Quienes amamos los libros y lo
que representan, no debemos temer un futuro amenazado por la televisión, el
video, Internet o los CD ROMs. Los libros son trozos de vida y como ésta, son
una parte consustancial de la historia venidera del Hombre.
(Artículo publicado en La Tregua, año 2008, nº 4,
pp.50-51).
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