Quijotes desde el balcón

domingo, 12 de diciembre de 2021

La Voluntad del Metal (por Sandra Quero)

 

Breaking Chains by Vanessa Brooks


 Se sentó en el hueco de la roca más alta, como una   liebre en su madriguera. El mar estaba embravecido y   violento en el atardecer, las olas golpeaban con una   fuerza misteriosa y oscura. El fondo del mar era un   universo paralelo y peligroso, hostil para la   humanidad; bendito lugar para criaturas escamadas y   ciegas.

Toda su vida se reventaba como el agua salada y fría; amenazante. El momento era tan hostil que ni siquiera podía pensar en la muerte. Todo había sucedido sin remedio alguno, vivencias que se enredaban en su memoria como pesadillas sin descifrar y que hoy, construían todo su sistema sin importar quién era y hacia dónde caminaba.


Ansiando libertad, deseó volar por lugares desconocidos, para escapar sin esfuerzo...pero el mar seguía ahí, contemplando su figura con furia, lanzando el mensaje sin retorno que resoplaba en los oídos doloridos.

Miles de reproches golpeaban su mente, como un saco de boxeo...cientos de emociones inundando el centro del estómago. Náuseas internas. Tampoco había fuerza para vomitar.

Había tomado muchas decisiones, recordó la novela de Gioconda Belli en la que Lavinia se sentía al borde del abismo por decidirse a entrar a formar parte de la resistencia. Estaba sola, se decía, sin nadie que le aconsejara o pudiera obsequiar con augurios de esperanza su camino. Pero era libre, totalmente libre conduciendo su vida. Se daba cuenta de que la libertad se ganaba con el peso de las responsabilidades. No existe ser libre sin pesos, no hay como escapar a los recargos ajenos. 

Pensándolo bien, no iba a dejarse arrastrar por una situación de locura, conocía de cerca el impacto de la depresión, que erosiona como las olas a las rocas dejando el carácter mojado y la voluntad pulida hasta hacerla desaparecer. 

- He venido para la batalla, no hay más. Es mi condición.

Batalla tras batalla se decía lo mismo, y cada vez que decaía sabía que la fuerza de la voluntad de metal no tenía límites. Allí, en su gruta secreta, miró al frente con fiereza y clavó sus pensamientos sobre la vorágine del mar. 

Esta vez la batalla carece de terreno, escasea en armas de fuego y se esconde entre trivialidades y quehaceres tediosos. Recogió sus cosas y se calzó los pies cansados, mientras volvía al paseo marítimo guardando la fuerza dentro del abrigo, como un cálido recuerdo de su energía.   

Sacando la fuerza como siempre, a la fuerza…

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