Quijotes desde el balcón

domingo, 18 de septiembre de 2022

NÚMERO SEIS (Lourdes Siles Atienza)

 


Un día, número Seis se puso a la fila mientras esperaba su turno para lo que siempre había soñado: alcanzar la felicidad.


Seis, que todavía era pequeño y no muy espabilado, creía que todo el mundo de su alrededor también era igual de feliz que él, que todos vivían de sus sueños y fantasías y que el mundo conspiraba a favor de que consiguiesen lo que se proponían.


Y allí estaba Seis, nervioso e inquieto por llegar a ese último lugar de la fila y que en la ventanilla le cumpliesen su primer deseo: empezar a trabajar de eso que siempre había soñado, BOMBERO.


Seis soñaba con ayudar a los demás y derrumbar los muros que hiciesen falta al otro lado del miedo para rescatar a personas que merecían seguir viviendo, que tenían ganas de seguir cumpliendo sus sueños como él.


Así que, todo ansioso y rozando con la nariz el cristal que le separaba de aquella empleada «cumplesueños», Seis podía saborear cómo sería su primer día como bombero.


—Lo siento, no quedan puestos, ese chico de ahí se ha quedado con el último. 


Seis mira hacia atrás y observa a Cero, el que fue su compañero de clase durante muchos años, y que nunca pareció haberle interesado nada de ayudar a nadie nunca. Lo observa celebrando la victoria con su familia, y se marcha por la puerta grande.


Seis no puede dar crédito a lo que ve. Lleva tantos años esperando este momento, preparándose, luchando por él... Qué cuando está preparado no le dan la oportunidad. Y no solo eso... ¡Si no que se la dan a un chaval que nunca se ha esforzado por ello y que tampoco es de sus mayores ilusiones!


Seis se siente abatido por el rechazo de la vida. ¿Es esto justicia divina? ¿Merece alguien cómo yo que le pase esto?


Mientras se sienta en un banquito de la calle resignado, una pequeña lágrima se escapa entre los dedos que tapan su cara. 


—¿Alguna vez has vivido el rechazo? —le dice una hormiguita que pasaba por allí.


—No, jamás. Siempre he pensado que si tenías ganas e ilusión las cosas se conseguirían.


—¿Y no has pensado en algún otro factor que influya en conseguirlas?


Seis se queda pensativo, a la vez que sorprendido por esa hormiguita parlante que no le deja expresar sus sentimientos en soledad.


—No —responde.


—A veces, el rechazo y el fracaso ante las cosas que más queremos, son justo la clave para poder conseguirlas.


—¿Por qué? —preguntó curioso Seis.


—Dime cuánto valoras ahora ese sueño y cuánto estarías dispuesto a hacer por conseguirlo —responde la hormiguita.


—Haría lo que fuera ¡es mi razón de vivir!


—Pues ahora, sal ahí afuera, y disfruta del proceso hasta llegar a el. Sólo en ese momento, tras fracasos y tempestad, serás el mejor bombero de todos.


La hormiguita desapareció como si de una alucinación se tratase, y Seis se quedó sin palabras.


¿Todavía estoy a tiempo de conseguirlo? Sé preguntó.


Seis nunca pensó que tendría que hacer algo más que mantener la ilusión para conseguir algo: y eso era disfrutar del camino que te lleva hacia el objetivo.





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