Quijotes desde el balcón

jueves, 14 de enero de 2010

El Cazador


Los ojos parecían arderle en las cuencas. Eran de un rojo terrorífico, como inyectados en sangre, un rojo grueso y espeso. Las cuencas oculares parecían no poder contener esos ojos rojos. Demasiada oscuridad contenían para poder pertenecer a un ser humano. Ojos sin pupila, desprovistos de sentimientos, eran los ojos de un demonio o de un ser engendrado por monstruos creadores de artificios mecánicos. Aún era un niño, pero se negaba a creer que algo con eso ojos pudiera ser humano. Las garras metálicas de crueles terminaciones estriadas, la armadura iridiscente que cubría su torso, las gruesas alas negras que se abrieron majestuosamente cuando saltó a por su presa, los afilados colmillos con los que desgarró el cuello del desgraciado que ni siquiera llegó a gritar antes de ser devorado…, todas podrían pasar por adquisiciones de un Cazador, adquiridas en una de esas fábricas de armamento de nueva generación. Pero esos ojos no… Eran los ojos de la bestia, ningún ser humano sería capaz de poseer esos ojos. No, no era un Cazador era otra cosa…
Una cosa hambrienta que a pesar de haber consumido casi toda la carne de su victima aún parecía olisquear el aire en busca de algo que llevarse a la boca. Pero él estaba a salvo. Éste era su refugio. Ningún Cazador lo había encontrado nunca, allí estaba seguro, las gruesas paredes del bunker lo habían protegido de los bombardeos y el aspecto semiderruido de su exterior hacía que ningún Cazador sospechara que alguien se escondiera en él. Desde los barrotes de la ventana superior del bunker podía contemplar todo lo que ocurría en el exterior y una salida que daba al alcantarillado le permitía salir en busca de comida de vez en cuando al exterior. Casi podría considerarse que llevaba una buena vida en comparación con otros. Al menos tenía un sitio donde ocultarse de aquellas cacerías. Esas horribles noches, en las que los Cazadores los masacraban. Durante los últimos meses había visto morir a todo el que pudiera haber llamado amigo.
El operario de la Estación fue el último. El pobre… parecía tan simpático… Esos ojos grises bastaban para que las penas de todos los que le rodeaban desaparecieran. Siempre guardaba una sonrisa para cada uno. Siempre era la voz de la esperanza. Aunque no hubiera encontrado comida en días y la falta de fuerzas casi le impidiera articular palabra, siempre sonreía. Durante unas semanas ambos se habían refugiado en el bunker para poder sobrevivir o al menos intentarlo.
En esas noches frias, lo había acurrucado junto al vagón, intentándo quitarle el frío. Esas noches en las que le contó su vida antes de la guerra y en voz baja temeroso de que el rumor de sus palabras atrajera a algún cazador. Le contaba su vida junto a su esposa y su hijo pequeño. Entre lágrimas le describía la noche en la que el cielo lloró fuego y sangre y nada volvió a ser igual. Le relataba como sacó al pequeño en brazos ante el estruendo que le iba a destrozar los oídos. Y la última vez que vio con vida a sus seres queridos, antes de que un obús cayera cerca de su casa y fuera lanzado por la onda expansiva dentro de un túmulo descubierto con cientos de cadáveres. Como se levantó rodeado de muertos, pero sin su familia. Como vagó días y días buscándolos y nunca más volviera a verlos… Había llorado, cuando vio su última sonrisa. Justo ahi donde se encontraba ahora ese engendro de ojos rojos, había estado de rodillas. Sonriendo y en silencio, pues no cabía suplicar a un Cazador, de rodillas y con los ojos cerrados. Un solo disparó en la frente bastó para segar su vida. No quería dejar su cuerpo ahi tirado. A las personas debian enterrarlas dignamente, pero eso no era posible. Los Cazadores se llevaban siempre sus victimas, nadie sabía para que, pero siempre lo hacían. Según ellos, eran vengadores y eliminadores de la basura de tierra, esa tierra que había que purgar antes de volver a ser colonizada, marchita y desprovista de vida aprovechable pero que no debía volver a ser bombardeada. De pronto la bestia empezó a mirar a su alrededor. Olisqueando, buscando algo, saboreando antes de tiempo una caza aún en ciernes. Las musculosas patas terminadas en pezuñas de acero comenzaron a caminar en dirección a la ventanilla donde estaba escondido. Ahogando un grito de terror, se bajó de la caja donde se apoyaba para mirar y se acurrucó en el interior del bunker, mientras oía los pasos de la bestia acercarse más y más. Por Dios, solo era un niño. Uno tras otro, sin prisa, pausados pero con una sonoridad irrefutable, los pasos continuaban acercandose. Los dientes le empezaron a castañear y tuvo que sujetarse la mandíbula para no revelar su presencia. El sudor empezó a correr por todo su cuerpo y gruesos goterones le surcaban la frente.
El miedo y la incertidumbre eran lo peor de estas angustiosas esperas, en las que no podías saber si te habían descubierto o no, y sólo cabía esperar ahi quieto como le había enseñado el operario de la Estación...
El ruido de los pasos cesó repentinamente justo encima de su cabeza. ¿Se habría ido? Una oscura sombra le reveló su error. Estaba justo al lado de la ventana del bunker, olisqueando, buscándo...
Detuvo su respiración, tapándose la boca con la mano, mientras intentaba que el terror no lo delatara. Los segundos pasaban lentos, interminables.. la bestia no se decidía a irse y dió un par de vueltas más alrededor olfateando el aire. Finalmente dejó escapar un gruñido y dió media vuelta sobre sus patas, pero no se alejó caminando, simplemente su sombra dejó de proyectarse a través de la ventanilla del bunker. Como si hubiese esfumado de repente.
Aguardó un tiempo prudencial para volver a atreverse a mirar por la ventanilla. Pero finalmente se sobrepuso al miedo y se encaramó tembloroso sobre la caja. Lo que vio le dejó helado. La criatura estaba allí, a pocos metros de la ventanilla volando en pequeños círculos y mirándolo fijamente como un buitre antes de descender sobre la carroña. Con un grito de terror salto desde de la caja mientras intentaba huir trasbillando de esos ojos rojos. Lo más rápido que pudo se puso en pie e intentó echar a correr en dirección hacia la salida a las alcantarillas, pero de improviso el techo sobre su cabeza se vino abajo con un espantoso estruendo. La dura capa de metal que resistiera los impactos de las bombas fue atravesada como si de madera se tratase. Sin embargo esto dejó atontada momentáneamente a la bestia y él lo aprovechó para intentar huir. Sus piernas le llevaron en una alocada carrera hasta la puerta del bunker y más allá, hasta caer en la sucia corriente que corría por la parte inferior del alcantarillado. De nuevo se puso en pie y siguió corriendo jadeante, mientras oía los gritos estridentes de la bestia que corría tras él. Las piernas parecieron estallarle mientras corría y corría a través de los pasadizos a toda velocidad. Pero la bestia era más rápida y no tardaría en alcanzarlo. Una garra le rozó la pierna y le hizo caer entre los escombros. Una segunda criatura, tan horrible como la que le perseguía era la responsable. Había salido de repente de la nada, de la oscuridad. Ahora la tenia justo encima babeante y ciñendo sus garras de metal sobre su cara y degustando de antemano aquel apetitoso bocado. El rostro semihumano parecía sonreír al ver el terror de su víctima y se deleitó un instante mientras oprimía la garra sobre su cintura que empezaba ya a atravesar la carne. Un grito espeluznante detuvo ese horrible avance, parecía que la primera criatura reclamaba su presa y la segunda no estaba muy de acuerdo en compartirla. La garra levantó el cuerpo como si fuera de papel delante de la primera criatura y lo asió por el cuello elevandolo hasta su altura, mientras la sangre se derramaba por las heridas del muslo y la cintura. Unas lágrimas empezaron a brotarle por las mejillas mientras la opresión de la garra empezaba a ahogarlo sin remedio. Cerró los ojos y se dispuso a morir. Intentando no pensar en cómo esas criaturas lo devorarían a continuación. Pudo sentir el aliento de la bestia sobre su rostro, y el acerado filo de los colmillos. Cerró los ojos con más fuerza aún y deseó que todo acabara pronto. Sin embargo un leve crujido le hizo abrir los ojos. Pasos en el silencio de las alcantarillas. Hizo un esfuerzo para mirar en la dirección de donde venian los pasos y apenas si pudo acertar a ver una sombra acercándose. Una potente luz surgió de entre la oscuridad del tunel y pudo sentir una llamarada de calor a pocos metros. La criatura que le oprimia el cuello gritó furiosamente lanzandolo al suelo. Pudo percibir un desagradable e intenso olor a quemado y al girarse sobre si mismo y rodando fue a parar a un amasijo de carne y metal incandescente y desprovisto de cualquier forma reconocible. Haciendo un esfuerzo se incorporó y buscó entre la oscuridad pero no vio nada. De repente un chillido vino desde el fondo del pasillo. Se encaminó en esa dirección todo lo rápido que pudo. Vio reflejos metálicos subiendo y bajando y gritos de furia que no podía provenir sino de la criatura. Un último grito espantoso y el ruido de lucha cesó. La sombra avanzaba de nuevo hacia el, con pesados pasos de metal. Paralizado por el miedo acertó a ver la sombra transformandose en la figura de una mujer alta, vestida con ropajes descuidados, con gruesas capas de metal cubriendo torso, cintura y muslos y con un yelmo resplandeciente. Ceñia una gran espada afilada y con la otra mano sujetaba algo parecido a una pistola. Al verlo tendido en el suelo, con las ropas desgarradas, sangrando por sus heridas y sollozado, la mujer de la armadura guardó su espada y le tendió una mano también cubierta de metal.
-¿Cuál es tu nombre pequeño? -
- Mi nombre… me llamo… sí, mi nombre es Jonas…Gracias por salvarme la vida señora...
-No. No tiene sentido que me agradezcas nada. Ven conmigo, ha llegado la hora de dejar de temer, ha dejado la hora de dejar de huir. Ha llegado la hora de dejar de.. sentir. Su cuello de niño se partío en un chasquido, como el crujido de una rama seca. Solo pudo ver un leve fulgor rojo destelleante en aquellas pupilas que ahora le miraban fijamente....

2 comentarios:

ruyelcid dijo...

A ver... o sea..que al final se lo cargan..no???

Vaya tela!!!!

Alfredo Luque dijo...

que esperabas? Robert Redford?

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