Quijotes desde el balcón

jueves, 7 de octubre de 2010

La Belleza



Habían sufrido ya largos años de pruebas, esperas, rezos, consejos, y en definitiva todo lo que el amor y el instinto de creación, sobre todo materno, había puesto puesto a su alcance. Ciencia y Espiritualidad ya le eran insuficientes en sus ansias de crear y ver crecer a su hijo. Se vislumbraban los cuarenta años ya en la lejanía y el peligro de la maternidad tardía la rondaba.
Ana llevaba ya unas semanas cabizbaja y sin ánimos para nada, su marido, Eolo, la buscaba bien entrada la noche, pero ella con la oscuridad mezclándose con el oxigeno en su sangre le daba la espalda y le apartaba el brazo que la rodeaba.
Corría la tercera semana del que sería otro largo y triste otoño cuando Ana, extrañada por la fidelidad inglesa de su menstruación, y el retraso de unos días; decidió hacerse un test e incrédula al principio, y agitada y nerviosa después comprobó que dio positivo. ¿Sería verdad? ¿Sería esta vez lo que llevaba ya años y años esperando? ¿Estaría soñando sola en su cama en una triste mañana de otoño aún?
Cogió el coche entre tiritones del frío de la mañana y de los nervios de la "gran posibilidad" y, de camino hacia su médico, llamó a Eolo exhaltada:
"¡Cariño, mi vida, qué si, qué esta vez si!" - "¿Qué pasa Ana? ¿qué pasa?" - "Estoy embarazada.. estoy embarazada! Voy camino al doctor que me lo confirme pero no hace falta, lo sé." - "¡Tranquila cariño, en media hora estoy allí!"

Bastaron un par de pruebas de rutina para que el doctor, sabedor de lo mucho que había pasado su paciente hasta llegar a este momento, le dijo con mucha calma pero con una gran alegría interior también que ESTABA EMBARAZADA.
Ana, rompió a llorar, con una dulce sonrisa y así estuvo llorando y sonriendo hasta que llegó su marido y comenzó a besarla y a abrazarla.
El doctor, dado todos los esfuerzos anteriores y la "ya no tan temprana edad de Ana" les recomendó llevar el embarazo con calma y algunos cuidados extras. Ana, con todo el esfuerzo esperanzas que arrastraba de años atrás sabía que los próximos meses tan solo habría ojos para la vida que llevaría dentro (sabedora de que su marido la iba a apoyar al máximo)

Pasaron los primeros meses sin complicaciones..., todo parecía flotar sobre nubes de algodón dulce; abrazos, mimos, sonrisas, Eolo se volcaba en atenciones, todo el rato que pasaba en casa, y habían contratado una muchacha para hacer las tareas más pesadas del hogar.
Llegó el momento de ver los primeros resultados, la tan ansiada primera ecografía. Estaban tranquilos por lo bien que lo había llevado todo y todos los consejos médicos y familiares, pero con los consecuentes nervios de ser padres primerizos.
El doctor le puso el gel sobre el vientre de Ana, y empezó a mirar el monitor muy detenidamente; acercándose, despertando en Ana, curiosidad y algo de angustia a la vez. -"Parece que va a tener las extremidades muy grandes y fuertes, se vé que será un bebé enorme"- por fin dijo el médico, con el consecuente resoplido de alivio de Ana. - "Enhorabuena Ana" serás madre de todo un atleta".
Saliendo de la clínica Ana llamo a Eolo para comunicarle lo afortunados que eran de tener un bebé tan sano y fornido, con la consecuente alegría del padre que ese día compró milhojas de crema que tanto le gustaban a su esposa.

Llegó el quinto mes de embarazo y le ofrecieron la posibilidad de una ecografía con el nuevo método del 3D; verían al bebé con todas sus actuales dimensiones y las proporciones de todo su cuerpo. Ana y Eolo, aceptaron. ¡Ese día lo recordarían para siempre!

Habían tenido una educación ejemplar toda su infancia y madurez; religiosas desde sus primeros años, colegios y residencias privadas en su juventud. Habían llevado una vida sin excesos y rodeados de valores familiares y amigos. Pero el "destino" la ciencia, dios, o el azar jugó con ellos esta vez. El doctor sobresaltado vio como las piernas de aquel bebé eran largas de más pero muy muy delgadas en proporción con el resto del cuerpo, los brazos también estaban excesivamente crecidos con respecto del cuerpo y la cabeza con una forma triangular compleja.
El doctor trataba, sin mucha convicción de achacar aquellas desproporciones al sistema, aún no muy seguro, de las ecografías en 3D. También les trató de calmar con la excusa de que el feto aún no está del todo formado y que seguiría moldeándose a su estado final en los siguientes meses.
Ana, que había estado en ecografías 3D de sus hermanas y otros familiares sabía que eso no era verdad del todo, que eran bastante fiables con respecto a como sería el aspecto final del bebé. Y rompió a llorar. Su marido le apretaba fuertemente la mano y no paraba de besarle la mejilla y acariciarle el pelo, pero nada hoy la iba a consolar. Eolo se separó un momento de ella para hablar, algo más en privado con el doctor. Y este le confirmó lo que ya era obvio, que el bebé tenía grandes malformaciones en sus extremidades y contra eso no se podía hacer nada. Eolo, con lágrimas en los ojos apretó se despidió del doctor, pero éste justo antes de salir por la puerta le dijo: - "Eolo, amigo mio, como doctor me abro a ti para apoyarte "en lo que decidas"- y, quitándose la bata se despidió mirándole fijamente a los ojos.

Eolo se acercó a Ana, y esta le pegó un tirón del jersey y le preguntó por lo que el doctor le había dicho. Eolo le dijo: "vámonos a casa, estoy cansado, tranquila allí encenderé la chimenea y sentados junto al fuego hablaremos con más calma"- Pero Ana comenzó a llorar con más fuerza, casi gritando: - "¡No me pidas calma, no me pidas calma! Llevo mucho tiempo esperando este momento, he rezado a todos los santos, vírgenes y ángeles posibles, hemos visitado los mejores especialistas, gastado millones en tratamientos, ¡no me pidas calma!". Su marido la miró a los ojos le puso el abrigo y la ayudó a entrar en el coche.
Durante el trayecto de vuelta, Eolo, silencioso pero ardiendo en su interior, no paraba de darle vueltas a la frase que le dijo el doctor antes de irse, "apoyarme en lo que decida" - "¿habrá insinuado lo que creo me ha insinuado?" No podía ser, se repetía Eolo, el sabe de nuestras creencias y de la vida que llevamos. Ni se le pasaba por la cabeza la simple idea de consultarlo con su esposa, él sabía de sobra el tiempo que llevaba deseando tener un bebé para quererlo con todas sus fuerzas. Y decidió "maquillar" la realidad y seguir adelante con todo.
Ana se había dado una larga ducha, y estaba reclinada sobre el lateral del sofá junto a la chimenea esperando que Eolo se sentara y hablar de tema. Eolo no sabía que decir y lo más que pudo pronunciar fueron rimbombantes palabras del estilo de "tu y yo somos más fuertes de lo que nadie lo será nunca, nos queremos demasiado y eso no lo quita nadie" frases sin sentido que no venían a cuento y se alejaban de lo que Ana estaba deseando oír.
- "¡Eolo, acércate, mÍrame a los ojos y dime que te ha dicho el doctor!"- y Ana cogió la mano de su marido y se la puso sobre la barriga para ver si sentía las patadas de su próximo bebé.
-"¡El doctor me ha dicho que seamos fuertes, que todo va bien y que saldrá bien al final!"
Y se levantó y se sirvió una copa de vino para después andurrear pensativo por todo el salón.
Ana, mostró una incierta sonrisa y dijo: -"Yo sé que de nosotros dos solo puede salir algo lleno de amor; llevamos muchos años predestinados para ello", añadió.
Se negaron ha hacerse más ecografías, incluso pidieron que no les revelaran el sexo que tendría el bebé. Ya confiaban plenamente en que todo saldría bien. El doctor, sabedor de la posibilidad de estar ante uno de los partos más problemáticos de su carrera, la tenía inscrita como paciente con riesgo, ello implicaba un quirófano especializado para la ocasión y un equipo especial para casos extremos de riesgo. Y así fue.

Aquel 29 de febrero del 2010 marcaría la vida de los allí presentes para siempre. El parto, si así se podía llamar, duró unas cinco horas. Dos matronas, dos cirujanos especializados, y un sofisticado equipo hicieron falta para dar vida a aquel bebé.
El padre estaba medio borracho con tan solo 2 copas y media de vino, cuando salieron los médicos a hablar con él. El niño, fue niño, lo llevaron directamente a una sala de cuidados intensivos, y no se lo mostraron a la madre, y el cirujano especialista, y el doctor que había seguido el parto, acompañaron al padre a ver a su nuevo hijo.

Eolo permaneció durante unos 3 minutos mirando al bebé sin pronunciar palabra; unas extremidades muy finas y como dos veces la longitud de las extremidades de un bebé normal, tanto piernas como brazos; los ojos, cada vez que trataba de abrirlos, se intuían unos tonos demasiado blanquecinos en los que no se le intuía iris ni pupila, y, algo que también llamaba muchísimo la atención es que el niño había nacido ya con muchísimo pelo, como si de un joven quinceañero se tratara, en axilas, pubis, y muchísimo en la cabeza. El padre rompió a llorar, y se apoyó en el hombro de su doctor.
- "¡EOLO!" dijo en voz muy alta - "¡se llamará Eolo!" como su padre. Y no habrá persona en el mundo más especial para mi que él. Dedicaré toda mi vida, todo mi sudor, sangre si hace falta, y toda mi energía a que mi hijo viva dignamente. ¡Eolo volará como el viento, saltará como nadie y será la persona más especial que haya existido nunca sobre la tierra! - y dicho esto se fue a abrazar a su mujer y le susurró al oído que habían tenido al hijo más maravilloso que jamás nadie esperaría tener. Y vivieron por y para su nuevo hijo EOLO.



6 comentarios:

Begoña dijo...

Jolín, están cosas son muy duras, una historia que te hace remover muchos sentimientos, muy dura.

ruyelcid dijo...

He cortado muy de cuajo la historia...pero tiene un final feliz..de superación humana llena de amor y esperanza!!

Rafa Vera dijo...

Los pelos de punta, en serio. Quienes lo han vivido lo entenderá.

Chapeau.

ruyelcid dijo...

¡Qué no! ¡Que no se me olvida!

Señalar que el dibujo que ilustra mi último relatillo es de Natalia Romero
amiga de hace unos años y actual estudiante de bellas artes.

Ánimo Natalia, y sigue mandándome más cosillas de esas que tan bien te salen.

oícor dijo...

Me ha encantado, te vas metiendo en la historia hasta parecerle a uno que está viendo la ecografía con los protagonistas. Al final, con los ojos húmedos, dan ganas de abrazar y dar mil besos a los papás primerizos. Genial.

Kaizen dijo...

Yeah... interesante y cargado de sal... ahí escuece.
Muy visual, ¿para cuándo la pelicula?


PD: De la imagen:
expresiva al máximo y un título perfecto.

Saludos.

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