Quijotes desde el balcón

domingo, 30 de enero de 2011

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Joaquín: Hola preciosa, ¿Estás por ahí?
Cecilia: Claro que si. ¿Y tu a estas horas?
Joaquín: Estaba acabando en la oficina, no se si al llegar a casa tendré tiempo para conectarme. Ya sabes.
Cecilia: Tu mujer ¿No? Supongo. Es igual. Yo estaré toda la noche por aquí, estoy buscando unos vídeos y tengo para rato.
Joaquín: Estupendo. Bueno, me marcho, a ver si puedo luego conectarme otra vez. Te quiero.
--Joaquín ha cerrado la sesión--

-¡Javier! ¿Eres tu?- Gritaba Marimar desde la otra punta de la casa. -Si, cariño. Ya he llegado.- Javier entró desganado a casa siguiendo su rutinario ritual de cada día: maletín y gabardina en la entrada, zapatos en el zapatero, un beso a Marimar. Esta vez en la cabeza. Ella estaba sentada y agacharse para besarle los labios era demasiado esfuerzo.

Un rato de charla, la misma que se puede tener en un ascensor o la cola del médico y cada uno a lo suyo.

-¿Quieres cenar algo? Estoy haciéndome un sandwich-
-No, cariño. Me he traído unos papeles de la oficina, a ver si los acabo. El jodido Gómez tampoco ha venido hoy por nosequé cojones de su hijo.

Javier a su extremo de la casa, al despacho, y Marimar al opuesto, al salón. -Pues si no te importa- dijo ella hablando sin saber a ciencia cierta dónde estaba su marido -yo voy a quedarme en el salón. Está la estufa encendida y no he hablado aún con mi hermana.

¿Cinco minutos de “conversación”? ¿Diez? Más que suficiente para mantener durante un día más el matrimonio funcionando. A ninguno de los dos parecía importarle hasta dónde había llegado la amarga rutina.

Entró al despacho Javier y cerró con cuidado el pestillo de la puerta, para que no sonara, como si a alguien le interesara mucho si lo hacía o no. Encendió el portátil e inició sesión con la misma cara con la que un adolescente saca una revista porno debajo del colchón sabiendo que sus padres han salido.

--Joaquín ha iniciado la sesión--
¿Cinco minutos con la pestaña de amigos conectados a cero? ¿Diez? Una eternidad. ¡Zas! Se escuchó al final del pasillo -Perdón cariño, estaba la ventana abierta y la corriente ha pegado un portazo- Dijo Marimar.

Recuperado del susto con cienmil pulsaciones por minuto vió Javier como el portátil emitía un pequeño pitido, suficiente para devolverle un poco de ilusión al rostro:

--Cecilia ha iniciado la sesión--

Joaquín: Hola preciosa. Pensé que estarías conectada. Se me ha hecho eterna la espera.
Cecilia: Jeje, tontorrón. Había salido un momento y se ve que esto ha entrado en suspensión. ¿Que tal tu tarde? ¿Y con tu mujer?
Joaquín: La misma respuesta para ambas preguntas: igual que siempre. Ahí está la pobre en el salón. Seguramente chateando con mi cuñada. Alguna gatada nueva de mi sobrino o un bolso que se haya comprado. Razones de sobra para tirarse toda la noche hablando de ello.
Cecilia: ¿No eres muy duro con ella? Tal vez esté pensando lo mismo de ti. Le estará diciendo a su hermana lo aburrido que es su marido, que pasa los días enteros leyendo cuentas de otros y pasándolas a limpio para ganar cuatro duros a fin de mes mientras va perdiendo pelo a la vez que gana barriga.
Joaquín: Fijo, creo que cada día le caigo peor. Pero no hablemos de eso. Ahora estamos aquí solos tu y yo. Así que disfrutemos de la compañía un poco.
Cecilia: Eres un cielo, no se como no te presta más atención. Póbrecito mío!! XD Yo estaba pensando...
Joaquín: …
Cecilia: No, nada. Una chorrada. Tal vez si la dejaras... Total, no tenéis hijos y la casa está ya pagada. Realmente no ha nada que os una, al menos por lo que me llevas contando estos meses.
Joaquín: ¿Dejarla?!! Ufff, no se. No es tan fácil. La cosa es que quererla la quiero, y mucho. Pero ya... no se. Es complicado de explicar.
Cecilia: Haz como decía tu tocayo: “Pisa el acelerador!!”
Joaquín: Ah, el Sabina. Jejejeje me encanta. O al menos antes me encantaba. Ahora apenas escucho música.
Cecilia: Pues para mi es algo imprescindible. No podría vivir sin ponerme música. Cada tarea del día tiene su propia banda sonora. Si algún día me falta... no sabría como empezar.
Joaquín: Jejeje. A Marimar le pasa igual. O le pasaba. Si te soy sincero no tengo ni puta idea si sigue escuchando música o no. La veo durante el café de por la mañana y para la cena. Hay días en los que hasta eso es demasiado.
Cecilia: No paras de hablar de ella. Lo sabías? Yo creo que aún estás enamorado.
Joaquín: Si, tal vez. El caso es que ya no es como antes. Si hablo con ella más de media hora noto que me voy haciendo más y más viejo. Si hablo contigo cinco minutos me siento cinco años más joven, o diez!!
Cecilia: Eres un cielo, cariño. Yo estuve casada una vez, y al principio era estupendo. Luego llegó un momento en el que tenía que hacer malabares para contentar a mi esposo, cosas que nunca imaginarías. Entonces vi que así no se llegaba a ningún lado y abandoné la estrategia.
Joaquín: Lo siento. No lo sabía. Sólo te conozco desde hace unos meses, desde noviembre, pero me jugaría el cuello a que un hombre que no te aprecie ni es hombre ni es nada.
Cecilia: Anda, ya. No viembre, si, el 9. Un día memorable.
Joaquín: Ya te digo, el día que te conocí y el que volví a sentir.
Cecilia. Si, también por eso es una fecha a recordar.
Joaquín: Y si... nos vemos? ¿Quieres que quedemos un día en persona y nos conocemos? A decir verdad no se ni de donde eres ni cual es tu nombre real.
Cecilia: Ni yo se el tuyo, pero es lo demenos. Soy de un sitio que está muy lejos de tu casa, a millones de kilómetros por lo menos.
Joaquín: No hay problema. Me da igual tener que conducir durante años con tal de verte y estar contigo.
Cecilia: No es buena idea. Al menos de momento.

-¡¡Javier!! ¡¡Javieeeeeeeeer!!- Gritaba Marimar desde el final del pasillo -¿Te queda mucho? Estoy cansada y tengo ganas de acostarme.

-!!Ya voy, cari. Un minuto!!-

Joaquín: Vida mía, tengo que dejarte. Mi mujer me reclama.
Cecilia: Pues aprovecha y dile que ponga algo de música... o mejor, sácala a bailar por ahí!!
Joaquín: jejeje. No gracias, no quiero que me mande a tomar por culo a estas horas. ¿Estarás mañana por aquí?
Cecilia: Claro que si, amor. Cuando quieras.
Joaquín: Voy a dejar el portátil descargando una peli, que le queda aún una hora. Si te conectas y no te contesto no te molestes, es que no estoy delante.
Cecilia: No importa cariño, yo ya me voy también a la cama.

Javier fue directo al dormitorio a ponerse el pijama. Mientras se vestía escuchaba música en el salón, Marimar la tenía puesta en el portátil.

-¿Qué escuchas a estas horas?- -Nada, nada, tonterías mías.- dijo algo desilusionada Marimar. -Está acabando de actualizarse el windows. ¿Nos vamos ya a la cama? Lo tengo puesto para apagarse en cuanto acabe-

El matrimonio se metió en la cama. Cada uno en su esquina de la cama, en su esquina del mundo. Mientras, en el salón, seguía sonando la música del portátil “...y cada nueve de noviembre como siempre, sin tarjeta, le mandaba un ramito de violetas.”

A los pocos segundos paró la música y se escuchó el sonido de fin de sesión del ordenador. A la vez en el portátil de Javier apareció un mensaje:

--Cecilia a cerrado la sesión--

3 comentarios:

ruyelcid dijo...

Jajajaja...

jajajajaja... Cuando ya estaba pasando la mitad del relato, lo veía venir y al final con lo del 9 de noviembre... Está muy bien la adaptación bloguera a esta inmortal canción de un "engaño" que de una forma u otra todos hemos usado alguna vez.. (es lo que tiene el "anonimato" de la red)

Anónimo dijo...

si es que cuando la gana aprieta...

Anónimo dijo...

Es genial, es curioso como la gente se transforma con la pena.
¿por qué no valoramos lo que tenemos cerca?

)0( SaNdrA 333 )0(

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