Quijotes desde el balcón

domingo, 6 de marzo de 2011

A quien pueda interesar

Si es que a alguien le interesa lo que una persona como yo pueda contar. Pero en estos momentos lo más parecido que tengo a un amigo es este trozo de papel y un bolígrafo de Ron Barceló.

Papel y boli, ¿Cuando fue la última vez que usé algo así para escribir?

Me prometí irme sin decir nada, pero hay una especie de ley no escrita que obliga a todos los que están en mi situación ha dejar testimono, excusa vana, de sus actos.

Pues bien. Aquí me tienen. Un viejo prematuro de cuarenta y pocos años que por más herencia deja este agonizante piso en una calle oscura y por más herederos a hacienda o los perros del barrio.

Conocí tiempos mejores. Mucho mejores. Aunque dejé de estudiar más pronto que tarde, que el dinero hacía falta en casa, nunca abandoné del todo los libros. Leía con avidez todo y cuanto llegaba a mis manos. Con el paso del tiempo todo se hacía más fácil y accesible.

Con mi flamante Audi de seis millones, o mi BMW de trail, acudía todos los fines de semana al cine. Cada vez con una muchacha diferente. Los buenos tiempos llaman a eso. Diez años de albañil que no me dieron más que para llegar a fin de mes con más pena que gloria dieron paso a otros tantos en los que tuteaba al director del banco. Como a un niño mimado me daba todo lo que le pedía. Como eché en falta más adelante haber estudiado un poco para saber donde me metía.

Conocí mujeres. Muchas. Amé a casi todas y creo que una o dos también me amaron a mí, aunque fuera sólo por unos momentos. Dias de trabajo que daban paso a noches de sexo, farlopa, copas, ... Semanas enteras sin dormir y manteniéndome en pie gracias a la química.

Pese a estar rodeado de semejantes compañías todavía tenía mi pizca de inocencia. Cada novela que leía estaba escrita para mi. Cada concierto al que iba estaba dedicado por entero a mis sentimientos. Era el puto rey del mundo. Lo tenía todo. Aunque eso si, de la misma forma en la que un excursionista tiene un buen día: lo tenía sólo por que estaba ahí. Nada había en mi mano para mantenerlo o dejarlo escapar.

Y vaya si escapó. Igual que escapa un gato de las manos de un niño: habriéndose paso a arañazos. Y no dejó nada.

Las mujeres se fueron. Sólo algunas se quedaron el poco tiempo que podía comprar. Pero eso también pasó. Sin trabajo, sin dinero. Comencé a vender todo cuanto tenía, que era poco. Con la venta del coche tuve para unas pocas semanas de coca. Con la venta de la casa para un mes escaso de putas.

Ahora sólo me queda este piso, que en breve será del banco y la BMW. La pobre, ajena a lo que pasa a su alrededor, luce orgullosa las maletas y el baúl llenos de pegatinas de Alemania, Suiza, Francia, ... Miles de horas encima, miles de sitios recorridos en mis largas vacaciones de medio año.

La miro. Ilusa ella, tiene aún algo de gasolina en el depósito. Pensándolo bien yo también tengo aún algo de sangre en las venas, no es tan absurdo aunque si inútil.

¿Quién llegará a leer esto? Tal vez nadie, seguramente. Y casi mejor así. No quiero dar más pena de la que he dado.

Así que vamos a ir terminando ya. Como si fuera un gladiador a punto de pisar la arena del Coliseo aquí estoy con todo lo que necesito: mis botas, los guantes y la BMW. Seguro que la imbécil esta pensando si vamos a salir a dar un paseo de media hora o a estar unos meses fuera. Este viaje va a ser mucho más largo que el nunca hayamos hecho juntos. No creo que volvamos jamás, pese a no bajarla ni tan siquiera del caballete.

Y ya está. Arrancada y rugiendo en la cochera cerrada a cal y canto. Como el león de un circo. Y yo soy el domador... o más bien el payaso. Fuí el dueño del circo hace algún tiempo, la equilibrista bebía los vientos por mí. Pero el viento se lo llevó todo a su paso y sólo dejó los clavos de madera de la carpa, el león en un remolque oxidado y al gilipollas del polichinela que aun siendo payaso a nadie hacía reir.

A quien pueda interesar, decía, aprenda algo de mí si es que algo hay que aprender. O queme esta nota que el viento se lleve sus cenizas. Ya me da igual, nada me importa.

Adios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Magistral como siempre torpedo...
La realidad supera a la ciencia, pero sin ficción...

ruyelcid dijo...

Impresionante...muy bueno..

Me encantó.

Gran crudeza real de hoy en día.

De nuevo la salida fácil ante el uso de la cordura y el esfuerzo.

Begoña dijo...

Muy bueno, la vida es eso,un devenir de acontecimientos que algunos llevan mejor que otros. El tiempo pasa para todos, aunque creamos vivir siempre en la época del carpe diem, el tiempo sigue pasando y no se pará, puede llegar un tiempo en que todo eso quede atrás y la vida vacia.

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