1.-
ESTRELLA
“Destino
centro, 20 minutos para el atraque” canturreaba la voz robótica
del zepelín. Estrella jugueteaba en su terminal portátil junto a
Carlos V 3. Un juego de palabras descargado, evidentemente, de los
mercados negros del software e instalado en la unidad propia de
almacenamiento. Sólo tenían 20 minutos para acabar la partida, 18
teniendo en cuenta que el dispositivo tenía que ser desmontado antes
de llegar a la zona de atraque. ¿Un terminal portátil con
almacenamiento propio en lugar de en la nube? Ni medio minuto duraría
hasta que alguno de los muchos escáneres del puerto descubrieran el
dispositivo.
-¿Qué
te haces en la pierna?- preguntaba sorprendido Carlos V 3, -Calla y
tu no has visto nada, me lo instalaron mis padres poco antes de que
se los llevarán los reseteadores.- Levantando con cuidado la piel de
la rodilla desde una cicatriz prácticamente invisible, introdujo la
tarjeta de memoria bajo el menisco, volviendo a dejar la piel como si
nada hubiera pasado. -Lo diseñaron mis padres. Él buscaba prótesis
robóticas para su rodilla y ella usaba sus conocimientos de
bioquímica para impedir posibles rechazos. Cuando la cosa se puso
fea dieron con la mejor caja fuerte del mundo: uno mismo.-
Al
bajar del zepelín cuatro agentes del HCMN los recibieron con la
misma empatía que un guardia de prisiones esperan un nuevo
cargamento de presos. -En fila de a uno. Sin empujar. Sin prisas y,
sobre todo, sin tocarme los huevos demasiado- Era toda la amabilidad
de la que era capaz un tipo de esos. Uno a uno, todos fueron
mostrando su antebrazo al guardia que tenían delante: escáner en el
antebrazo para leer los datos, escáner de arriba abajo para
comprobar la posible existencia de otro chip y verificación verbal
de datos. Excepto, como siempre, cuando llegó el turno de Estrella y
su amigo.
-¿Nombre?-
-Carlos
V 3-
-¿Domicilio?-
-El
mismo, tontopollas. Calle de Carlos V, nº3. Tu y tus putos jefes nos
impusieron la nomenclatura para intentar eliminar cualquier atisbo de
identidad en nosotros.
-Un
momento... correcto, siga así y llegará lejos. Siguiente.- Mientras
el agente marcaba la casilla de “librepensador” en la ficha de
Carlos, Estrella se plantaba delante y le ofrecía su antebrazo.
-¿Nombre?-
-Estrella-
-¿Domicilio?-
-Eso
es información personal que prefiero omitir.-
El
agente, confuso, tecleó rápidamente su terminal hasta que apareció
el mensaje: “Estrella. Ciudadana. Descendiente de colaboradores.
Nivel de seguridad 2.” -Está bien, señora, puede pasar.- Mientras
el agente se apuntaba el nombre en la columna “pendientes” de su
terminal. Pocas personas de nivel 2 se paseaban alegremente por la
ciudad. Y muchas menos se vanagloriaban de su condición.
Cogieron
un taxi dirección al cementerio. -Hay una cosa que nunca me has
contado. Trabajas en el antiguo taller de tus padres. Él, según me
dijiste, era técnico y participó en los primeros prototipos del
HCMN, que nunca llegaron a nada. Tu madre era una simple profesora de
bioquímica de la universidad pública. ¿Cómo cojones tienes nivel
2 de seguridad?- Estrella le ofreció por toda respuesta una sonrisa
de las suyas: suficientemente tierna como para inspirar confianza y
suficientemente dura como para decir claramente “se acabó la
conversación”.
Había
mil y un sitios donde pasear por la ciudad antes de que todo se fuera
a la mierda. Parques, zonas de juegos infantiles, grandes calles
peatonales. Tras la creación del Gobierno Federal y sobre todo, de
la red HCMN todo había cambiado. A peor, claro está. Los
presupuestos de las distintas naciones se aglutinaban en un único
asiento. No había paises, sino delegaciones del Gobierno Federal. Y
las ciudades sólo eran un lugar donde albergar a los despachos y
oficinas. Los ciudadanos habían sido relegados a la condición de
obreros, como las abejas. Los hacinaban en las afueras, en calles con
10 casas cada una y separadas 50 metros una de otra para evitar
contactos. Al fin y al cabo, dada la limitación de reunión fuera de
una oficina federal a más de dos personas, ¿Qué sentido tenía un
parque con bancos, una terraza de bar o una simple barbacoa en el
jardín de casa?
El
cementerio era lo poco que quedaba intacto. Largos muros de 10 metros
de altos, como colmenas, llenos de restos humanos. Uno tras otro, en
paralelo. Ahí estaban los últimos hombres libres. Los últimos que
tuvieron el privilegio de poder descansar en paz. Sus cuerpos sólo
les pertenecían a ellos, no al Gobierno, así que ahí estaban,
pudriéndose libres en lugar de diseccionados en las universidades o
aprovechados como complementos vitamínicos. Una fila, otra, una
calle más... Tras contar cada una de ellas llegaron al pasillo 14,
fila 9 casilla 2: ahí estaban los padres de Estrella, tras una losa
de mármol con sólo sus nombres y la fecha: 15 de Agosto de 2016.
-No
hemos traído flores, ¿Qué hacemos aquí?- -Tu abrir la mochila y
callar, y por tus muertos no hablar de esto a nadie- Pulsando
simultáneamente las dos “oes” y el número “6” de la lápida,
un pequeño compartimento apareció antes los ojos de Estrella. En él
varias tarjetas de memoria de las antiguas: carcasa de plástico,
memoria de silicio y patillas de contacto. -Ya podemos irnos- Carlos
V 3 estaba completamente paralizado -¿Que nos vayamos, con
tecnología precuántica? Como nos cojan con ella sabes lo que nos
puede caer. Joder Estrella, te lo dije: formar una resistencia ante
el HCMN vale, dejarme dar palos de la policía en cada manifestación
vale. Pero de ahí a que me degüellen o resetéen sólo por llevar
un chisme de estos encima hay un buen paso.-
Nuevamente
Estrella sólo guardó silencio y sonrió. -”Cuando yo era joven
las cosas se reparaban: cambias un componente, instalas el nuevo,
apagas, enciendes y todo listo” solía decirme mi padre. Reseteaban
los dispositivos para arreglarlos antes de que todo estuviera
conectado a la puta red del Gobierno y prohibieran el almacenamiento
particular. Quien sabe, tal vez lo mejor que nos puede pasar es que
nos hagan eso a nosotros: resetearnos. Volveríamos al estado
original sin preocupaciones ni problemas.- -Estás no se si loca,
gilipollas o ambas cosas. No se ni por qué te sigo-. -Por que soy
encantadora y me quieres. Ahora guarda esto en el forro de la mochila
tras el papel de aluminio y volvamos antes de que salga el último
zepelín.
Continúa en el capítulo 2
4 comentarios:
Impresionante Rafa. El nuevo George Orwell, se aparece entre nosotros, pobres librepensadores. Como la vida misma imaginas futuros que están mas cerca de lo que pensamos. Me ha recordado a Sol Negro. Repasa tus archivos de memoria temporal y ciberpunk! Un abrazo, Alphre2
Dale caña, compañero. Muy buen comienzo, muy buena pinta de inicio. Muy buen planteamiento. Que sea, como dices, el primero de muchos capítulos. Curiosamente, sin haber hablado de esto, tu novela tiene el mismo título que una obra de teatro que estoy terminando, aunque de temática muy diferente... casualidades. Mucha suerte y larga vida a nuestras "Estrellas".
Hecho... Voy a por el 2...¡Pintonazo!!
Mola!!!!!!
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