Quijotes desde el balcón

jueves, 3 de octubre de 2013

El cataclismo

...un residuo de aquel caos me trasladó...
Aquella maldita estrella de nombre impronunciable se encontraba muy lejos, demasiado como para poder explicarlo con palabras, de la galaxia. Su explosión fue detectada por nuestros observatorios y rápidamente los gobiernos se pusieron a trabajar. Necesitaban estudiar las consecuencias del cataclismo. Nadie, o eso dijeron, podía prever que a tal distancia las consecuencias pudieran ser tan directas. Pero lo fueron. Mi módulo de recepción de muestras quedó dentro de un fuerte campo de fuerza; un residuo de aquel caos que había ocurrido en tiempos remotísimos me estaba enviando en ese instante a un lugar desconocido del universo, acaso en otro de los muchos universos tal vez existentes, acaso a un lugar inhóspito, acaso al mismísimo infierno.


Al volver todo a la normalidad, aprecié un cielo completamente desconocido para mí. Aquellas formaciones estelares no figuraban en ninguno de mis mapas y el ordenador -casualmente aún funcionaba- no era capaz de decirme en qué lugar o en qué tiempo me encontraba. Estaba en el medio de la nada, y la pantalla me devolvía insistentemente el mismo mensaje, que me invitaba a esperar mientras calculaba coordenadas espacio-temporales. Sólo me quedaba por el momento la exploración directa, y así pude localizar un pequeño planeta, próximo a una estrella bastante activa de magnitud media, y que parecía albergar vida.

Instintivamente, quise ir allí. Pasé todo el control a manual y me dispuse a contactar con aquel mundo extraño, anhelando encontrar respuesta a mis preguntas. Mientras descendía comprobé que aquel planeta poseía atmósfera, formada por gases respirables. Eso me tranquilizó. Más tarde, pude ver que buena parte de su superficie estaba recubierta por un material líquido muy similar a nuestro fluido vital. Gracias a las partículas en evaporación el ordenador detectó que su composición era también parecida. Sin poderlo creer, me encontraba en un lugar que, en principio, no era hostil.

La nave quedó inutilizada al toparse con una de las partes duras de aquel mundo, pero pude salvar parte del ordenador, que todavía me acompañaba, intentando darme datos del lugar en el que me encontraba. En una primera impresión visual pude constatar que el planeta poseía especies vegetales y animales en abundancia. Al igual que en nuestro mundo, una de ellas ejercía un liderazgo derivado de un alto nivel evolutivo. Eran seres muy altos, muy parecidos entre sí aunque no idénticos, y se agolpaban en extraños edificios, donde realizaban todas sus actividades. Cubrían su piel con ropas, aunque muy diferentes a las nuestras. Se desplazaban también en vehículos, y pude observarlos durante largo tiempo gracias a mi reducido tamaño.

Poseían el don de la comunicación verbal, pero apenas la utilizaban. Parecían seres individuales. Vivían en enormes colonias perfectamente organizadas, pero mantenían una fuerte independencia entre ellos. Los más pequeños -intuía que eran sus crías- imitaban en parte a los grandes, aunque su disposición a comunicarse era mayor. Alguno de ellos reparó en mí, pero ninguno delató mi presencia. Se limitaban a hacer una extraña mueca con su rostro, que no llegué a ver en ninguno de los individuos adultos.

En algo parecido a nuestros ordenadores parecían depositar todo su conocimiento. No se despegaban de ellos, y en unas enormes pantallas les iban suministrando toda la información que necesitaban. A veces, casi por inercia, todos se colocaban delante de ellas con intención muy festiva pero se iban poniendo violentos y gritaban a medida que pasaba el tiempo, llegando incluso a golpearse al final. No me gustaba nada la forma en la que vivían aquellos seres, así que apremié a mi ordenador a que me ofreciera datos.

Estaba desquiciado, al igual que yo, y no era capaz de aportarme nada, así que solicitó ayuda visual. Levanté la vista para buscar algo que fotografiar y colocar en el escáner, y me llamó la atención un par de cosas. Una fue una especie de emblema que pude ver en la pantalla antes de que aquellos seres se enzarzaran a golpes. Su inscripción era ilegible para mí, pero tenía los símbolos F.C. BARCELONA. La otra era lo que parecía su identificación, que formaba un raro dibujo, junto a otra con algo que simulaba estrellas a su alrededor, y aquellos extraños símbolos MADRID U.E. Hace mucho tiempo que el ordenador tiene esas imágenes, pero aún no ha sido capaz de decirme dónde estoy… Hoy temo que no sobreviviré mucho tiempo y que he quedado atrapado aquí. Pronto me descubrirán. Presiento que nadie me encontrará y que jamás podré volver a mi pacífico mundo.

4 comentarios:

Pilar Gámez dijo...

Qué triste imagen la que se lleven de nosotros quienes nos miren desde fuera, si eso llegase a pasar. Cuando Marx dijo que la religión era el opio del pueblo aún no sabía lo que se nos venía encima con los diferentes deportes, con el señor Fútbol a la cabeza. Yo me disculpo ante los futboleros acérrimos de dicho deporte y otros varios, pero una de las cosas que aborrezco en esta vida es los deportes de masa o televisivos con el fútbol a su cabeza. (Quizás deba dar las gracias por ese sentimiento a la señora televisión). Un saludo

ruyelcid dijo...

Como tu bien dices, querida Pilar, hay mucho futbolero (de periódico y televisión) enganchado y sin más tema en la boca que ese.
Pero, por otro lado le digo, que si conociera, o se esforzara en conocer, ese u otros deportes "de masa" desde su base; la ilusión de los niños, los entrenamientos, lo bien que se lo pasan, sus viajecillos en mini-bus de fin de semana, el compañerismo, la diversión, y otros valores positivos reforzados desde pequeños, (Yo lo he vivido cámara en mano estos últimos años y es algo mágico), no tendría esa visión unilateral del fútbol. Ese deporte es mucho más que una pantalla de televisión, y unas páginas de periódico deportivo.

Pilar Gámez dijo...

Sí que lo conozco Raúl, mis sobrinos juegan al fútbol y sé de qué va. Pero, además de todo eso, que no es a lo que yo me refiero, me quedo con el modo en que muchas de las personas aficionadas a estos deportes, como tú dices, no viven nada más que para estos deportes y pantallas de televisión, me toca codearme con más de una y más de dos, y creo que es innegable que esa situación está existiendo (y mis sobrinos también). Todo en la vida es mucho más de lo que se ve en la televisión, por supuesto, para bien y para mal, pero por desgracia, los medios de comunicación hacen que todo se limite a lo que ellos quieran mostrar. Lo importante en la vida es tener una actitud crítica ante todo, y me temo que los mass media no favorecen esa actitud. No sé si explico con claridad mi opinión, que es una opinión, y no pretendía ofender a nadie.

ruyelcid dijo...

Coincidimos los dos en lo de las personas aferradas, que al entrar por la mañana en un bar, antes de decir buenos días, hola o algo, lo primero que dicen es: "¿Ha llegado ya el Marca?"...
"Coincidentes" en las coincidencias.
¡Nos vemos el domingo 3 en Casablanca!

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