...porque no puede dar crédito a la realidad... |
Este relato tiene poco de ficción, aunque a la vista de los hechos uno se pellizque porque no puede dar crédito a la realidad. ¿O acaso es creíble lo que os voy a contar? Tal vez haya quien diga que imagino e invento.
España, finales de 2013, con noticias de la crisis en todos los medios -prensa, radio, televisión, Internet…- Familias que van tirando como pueden, ajustando presupuestos, ahorrando en la compra diaria, recortando de aquí y de allí. Los protagonistas de esta historia cotidiana nada tienen que ver con el miedo, con los asesinatos, con el terror. O tal vez sí.
En este sin vivir del día a día, del ir tirando, de la cotidianidad, de pronto, inopinadamente, una noticia nos convulsiona a todos: La etarra, la asesina Inés del Río, una mujer que en su día fue condenada por la muerte de diecinueve -diecinueve- personas ha salido de la cárcel. La doctrina Parot ha sido rechazada por un tribunal de Estrasburgo: sea esta noble ciudadana -ya que dice un letrado que no se le puede llamar etarra y asesina- liberada e indemnizada. Es la ley, sí. ¿Es la razón?
¿Queréis un cuento de misterio y de terror? Helo aquí. Pero un cuento al revés. Un cuento donde los muertos permanecen en sus tumbas y sus asesinos salen a la calle. Nada de zombis, nada de muertos vivientes, tan sólo insignes gudaris, libertadores del pueblo vasco…
...a su casa, entre ikurriñas, entre abrazos... |
El muerto al hoyo y el vivo… a su casa, entre ikurriñas, entre abrazos, entre amigos, sin arrepentimiento, sin declarar qué hicieron con aquella joven a la que mataron, dónde está su cuerpo, por qué aquellas violaciones. Total: el miedo, el terror, la muerte barata.
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