Quijotes desde el balcón

viernes, 6 de diciembre de 2013

EL RESTO DE MI VIDA (Historias de semáforo)


No se como lo has conseguido pero no imagino pasar el resto de mi vida con otra persona que no seas tu.
¡Puto destino, putas coincidencias!

 De igual manera que te quedas mirando los escaparates de las tiendas de bebes con angustia y pánico cuando tu novia te dice que le tenía que haber venido la regla hace casi dos semanas, Teo estaba pasando justo por el escaparate de una tienda especializada en trajes de boda cuando Elena le mandó ese WhatsApp.

"no imagino pasar el resto de mi vida con otra persona que no seas tu."

Se conocieron una noche en urgencias del hospital de traumatología en Granada.
 Ella, enfermera argentina, estaba de guardia esa noche ayudando al médico que lo atendió. El, técnico en instalaciones eléctricas, se había escurrido desde la escalera esa misma tarde, mientras revisaba un poste de la luz en un olivar que limitaba Jaén con Granada, siguiendo la N-432. La noche fue larga, radiografías, vendajes, inmovilizaciones con escayola, y conversación, mucha conversación. Si hay algo que un argentino o argentina se les da bien es conversar.
Sería el acento, o esos ojos rasgaillos y la piel morena, o sería “la panzá” de Nolotil que  había tomado ya para el dolor, el caso es que Teo no lo pudo evitar, y pasadas unas horas, le pidió a Elena que desayunara con él al final del turno de guardia. Elena se quedó callada, algo ruborizada, no esperaba eso, jamás le había pasado. Y tras un silencio de unos 10 segundos contestó en voz bajita: “¡Vale!”

Han pasado tres años de aquello y Teo y Elena están más enamorados que nunca, se ven unas tres veces o dos por semana; lo suficiente para saber que se compenetran y se aman.

Pero amor y compromiso no siempre van ligados. –“¿Estoy yo preparado para dar el salto?”- se venía preguntando las últimas semanas Teo. –“¿Y mis cervezas de cada noche con los amigos, y mis runnings, y mis trasnocheos entre risas, mis series, mis raticos míos,... compensará tanto sacrificio?”-



Luz verde; lo vi todo claro. -"¡Si, quiero!"-


De pronto, miró hacía la acera de enfrente y vio, lo que supuso que eran dos novios, pareja o matrimonio, cerrando juntos una tienda de alimentación. El cerró con llave la persiana de la puerta, y al levantarse, se quedó un segundo mirándola, la cogió de la cintura y la besó durante varios segundos.

-“¡SI, si quiero!”- Le escribió a Elena en un WhatsApp.


Del rojo a verde bastó tan solo un beso.
                                                                                                                                                       ruyelcid

1 comentario:

Nono Vázquez dijo...

Un beso puede cambiar muchas cosas. Sentido y sencillo, a la par que creíble. Muy bien, me ha gustado.

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