Era el día. Ya no podía esperar más. El viento, sol y agua estaban a su favor.
Vincent hizó la vela de su improvisada barcaza y se dejó llevar hacía ninguna parte, pero avanzando...
Llevaba
días trabajando en el proyecto, caña gruesa; troncos poco desgastados,
cuerdas ya usadas pero muy resistente, según los entendidos, alimentos
pequeños, por los problemas de espacio, pero cargados de proteinas, y
agua potable. ¡Estaba decidido! Llevaban mucho tiempo hablándole de
aquel lugar y estaba dispuesto a llegar hasta él aunque le costara la
última gota de sangre. Por esperanza no había problema; su signo era
cancer, lo cual le otorgaba una carga extra de optimismo y colores
claros ante la vida. Abrió el mapa que había trazado en un folio en
blanco arrugado y memorizó lo que había en él. Aquella palabra que lo
guiaría para siempre.
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