Quijotes desde el balcón

domingo, 28 de mayo de 2017

Pecador (sinnerman)

por Raúl Góngora

No hay pasado ni futuro, todo fluye en un eterno presente.
James Joyce

Chicago Tribune
15 de Febrero de 2012



Brutal Asesinato
En el cruce de East Waker Drive y la entrada del autoparking de West Waker Drive

Lucía H. S., de origen canadiense, fue encontrada alrededor de las 21:40 de la pasada noche, apuñalada y degollada dentro del lavabo de mujeres del parking de West Waker Drive. Continúan estudiando las cámaras de vigilancia en las que han conseguido identificar a la víctima entrando en el parking y, a los pocos minutos, a un varón alto con una especie de chubasquero blanco entrando a pie en la misma planta. Continúan las investigaciones bajo secreto de sumario.
Julio S. H.
Crimenes. Chicago Tribune
                                                         
* * * * * *

¿Qué tal están los canelones esta noche?
Era la segunda vez que Lucía se levantaba, con la excusa de ir al baño, para pasar delante de aquel hombre de camisa blancamente superlativa. Jamás había visto una camisa que luciera tan blanco en aquellos ambientes tan descoloridos de las calles menos famosas de Chicago.

El camarero, que había servido estos últimos meses unas cuantas cenas a Lucía, la vecina del segundo del bloque de enfrente, se tomó la libertad de acercarse hasta su mesa y decirle: 
- Hola Lucía, ¿Qué tal están los canelones esta noche? 
A la vez que le dejaba, a modo de posavasos, un papel en el que se leía: Se llama Julio, y es el nuevo experto en criminología del Chicago Tribune.

Lucía le dio la vuelta a aquel papel doblado y siguió leyendo: Viene cada noche a tomarse dos cervezas a eso de las ocho.

Lucía se quedó perpleja, con los ojos mirando al vació, pensando en lo que le acababa de pasar.
- ¿Tan falta de algo se me verá? -se preguntaba.
Sus mejillas enrojecieron unos segundos y enrojecieron más aún al tercer trago de Chardonnay.

Los movimientos de aquel casi desconocido eran matemáticos. Sin desviación alguna de su eje, levantaba el botellín de Miller como si fuera un juguete articulado, le pegaba un trago corto y lo soltaba sin variar el ángulo de recorrido en ningún momento. Lucía estuvo imantada a ese torso vestido de blanco durante toda la cena.

Se levantó hacia la barra, se puso lo más cerca del tal Julio que pudo y se dispuso a pagar; con tarjeta, como de costumbre, era mujer de poco dinero en metálico.

Los brazos del criminólogo tenían un bronceado impropio de la zona, y calculadamente resaltado con la camisa blanca perfecta bajo la que escondía un perfume de fin de semana, más que de una noche cualquiera. Lucía aspiró profundo y dijo:
- Hasta mañana, Pet. Estaba todo riquísimo.
El de blanco giró la cabeza levantando la mirada hacía los ojos de Lucía y respondió también:
- ¡Hasta mañana!
Con la misma suavidad que responde tu abuelo después de darte un caramelo de crema.

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