Quijotes desde el balcón

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Ellos

por Dalia Garrido

Ella
Conoce su rutina a la perfección, al igual que conoce cada una de las arrugas que se forman en su cara al sonreír, las mismas que hace meses que no ve. ¿Cuánto tiempo lleva observándolo? Se acerca al calendario que hay en la puerta del frigorífico y sin llegar a mirarlo se da la vuelta. ¿Y si esto nunca acaba? ¿Y si dura para siempre?
No.Tiene que seguir adelante.

Siempre tuvo envidia del optimismo que él desprendía, de sus ganas insaciables de hacerse con el mundo. Era algo contagioso que había hecho que ella llegara a conseguir todo lo que se propusiera.
Pero ahora…¿Por qué no me olvida?
Le dolía verlo así. Le dolía cada lágrima que derramaba por ella, y ella sentía que se hundía en ese mar que formaban entre los dos, ese mar que parecía no tener fondo. Y eso la estaba matando.
Já. Como si fuera posible matar a un muerto.
Tal vez fuera pronto todavía. Tal vez necesitaba más tiempo. Lo que estaba claro es que necesitaba salir, conocer gente nueva, recuperar poco a poco su vida. Pero él se rehusaba, escudado en el trabajo, ella veía como cada vez que un amigo o familiar intentaba que saliese él se negaba en rotundo.
- Tengo trabajo -solía contestar a cualquier proposición que implicara tener que sociabilizar.
 Y cuando ella ya se había dado casi por vencida llegó el día.
- Dime... -contesta al pesado de su amigo sin ganas.
- Tío, hemos quedado para echar unas cervezas y salir de tranquis. ¿Te apuntas?
- Tengo tra...
- Tienes trabajo, sí, ya lo sé, pero es sábado por la noche, ya trabajas lo suficiente durante la semana. Además viene Sofía.
- ¿Sofía? ¿Qué Sofía? ¿La que iba conmigo a clase en la uni?
- La misma, está soltera y he de decir que mucho más buena que antes, si eso es posible.
- Pff...
- Venga, que te invito a unas cervezas, ¿eso no me lo vas a rechazar no? A las nueve paso a recogerte. ¡Hasta luego!
- Oye...
Lo ve colgar el teléfono y tirarlo sobre la cama. ¿Va a salir? La  duda se disuelve mientras lo ve desnudarse y caminar hacia el baño. ¡Va a salir! Por lo que él le contó una vez, Sofía había sido uno de esos amores frustrados debido al momento. Él estaba terriblemente enamorado de ella pero tenía novio y nunca se le habría ocurrido competir contra el tipo guapo, atlético y de sonrisa perfecta.
Al parecer lo de parejita perfecta se ha quedado en nada.
Lo vio echar un último vistazo antes de salir de su apartamento.
Por favor, dale una oportunidad.

Él
No sabía cómo su amigo lo había convencido para salir. Le abrumaban las ganas que tenía de volver a ver a Sofía, saber cómo le iba en la vida, pero por encima de todo, le abrumaba lo feliz que le había hecho escuchar que estaba soltera.

Tras comprobar que todo estaba en su sitio cerró la puerta y bajó a encontrarse con su amigo.
- Pensaba que no te vería el pelo. Si lo llego a saber invito a Sofía antes -suelta su amigo con una sonrisa burlona.
- Calla y vamos, que si mal no recuerdo me debes unas cervezas -dice sonriendo. Dios, llevaba tanto sin sonreír.
Sus amigos los estaban esperando en el bar cuando llegaron. Algunos de ellos no pudieron disimular la cara de sorpresa al verlo que inmediatamente se transformó en una alegría generalizada. Y allí estaba ella, tan guapa como la recordaba.
Pero no es ella.
Entre risas y cervezas pasaron la noche, poniéndose al día y recordando aquellos años de universidad.
-Los  mejores años de mi vida -dijo uno, a lo que los demás asintieron, de acuerdo con él.
Su conversación con Sofía le había recordado porqué se enamoró de ella durante la universidad. Debajo de toda esa fachada perfecta había inteligencia, gracia, fuerza, pero también inseguridades e imperfecciones. Daba más de lo que recibía y eso no le importaba.
Pero no es ella.
Llegó a su apartamento con la cabeza embotada por la cerveza y se desplomó en la cama.
Estoy en el coche con ella. Volvemos a casa después de haber cenado fuera. Miro por un segundo nuestras manos entrelazadas antes de volver la vista a la carretera. Llega un cruce y unas luces me deslumbran por el lado derecho, entonces todo se vuelve oscuro.
Se despierta desorientado y empapado en sudor. Un olor familiar lo invade y de repente siente como si ella siguiera allí, en su lado de la cama, acariciándole la cara intentando tranquilizarlo.

Se levanta y va al baño. Comienza a llenar la bañera, aquella en la que compartieron tantos momentos. Por instinto comienza a quitarse la ropa pero al final decide quedarse vestido. Se mete dentro y al poco tiempo comienza a sentir el efecto de los somníferos, que lo arrastran hacia los brazos de Morfeo.

Ella lo ve deslizarse dentro del agua, impotente. Las lágrimas inundan su rostro.
No, no. no...
Un escalofrío recorre su columna vertebral cuando alguien la abraza por detrás .
- Shhhh estoy aquí…

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