no servirá de nada,
ni tu nombre cauto,
ni su efecto,
de nada servirá, si lo que bulle hoy
claudica en los estantes del tiempo,
macerando los pétalos empapados
que poco a poco se apagan,
no servirá de nada tampoco
el humilde deseo de lo probable,
esa tendencia al vacío, la etiqueta inherente
que justifica haber vivido dentro
de algún vientre perfecto,
conjugando el líquido de la vida
con aquellas luces de desconocida muerte,
y aquel elixir perpetuo que no tuvimos,
no servirá de nada.
No servirá de nada
saber el tiempo que ha de pasar
para que cobren cuerpo las sonrisas desnudas,
que entregarán su vida
por haber llorado desde dentro,
con el perfume del viento
que quiso soñar la luz durante tanto tiempo,
qué delito cometieron para tan alto precio,
el delito del hartazgo
en una espera demasiado larga,
o la ausencia, ese pudo ser el delito
que no servirá de nada.
No servirá de nada
volver sobre los pasos
ahora manchados por la duda
de los pasos sucesivos,
el lastre que reduce a nada
los besos del alba y las tardes crujientes
de los locos enamorados.
Nada podrá servir de nada
al menos tanto como saber de ti,
cuando respire de nuevo
bajo las gruesas capas
de mis aladas intenciones,
tanto que duelan los hierros de mi memoria
bajo el alcohol de las tinieblas,
en esta inquietante huida
sobre los pasos marchitos
que no servirán de nada.
Vida desde la vida |
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