Quijotes desde el balcón

jueves, 1 de noviembre de 2018

Halloween alternativo

por Robert Andrews

En el cementerio hay una tumba ocupada por un zombie. La tumba es fría y oscura, pero hay movimiento. Es la noche antes de Halloween y el zombie tiene un problema, porque año tras año el tema de Halloween es el mismo: zombies, vampiros, fantasmas y esqueletos, y ahora él es el aburrido.

El zombie tiene una idea: se pide a los invitados acudir a la fiesta vestidos con los cuerpos de su forma humana anterior al momento de sus muertes. Los invitados no sabían nada de la vida de los demás antes de morir. Son desconocidos y tienen una cita cada año en la noche de Halloween. El zombie invitó a tres del plano nuevo.

A la noche siguiente, Halloween, el zombie estaba esperando a sus invitados fuera de la tumba. A través de la niebla aparecieron los tres en forma humana. Ahora era imposible determinar quién es quién. El zombie preguntó quién quería empezar. El primero en ofrecer su relato fue un hombre vestido con ropas de marinero del siglo XVI:
- Yo ahora soy el esqueleto de quien fui, un marinero de un gran galeón de la flota de Hernán Cortés y llevábamos a bordo una gran carga de oro y joyas traídas de México. Nuestro destino era España, pero después de dos días en el mar hubo una gran tormenta que hundió nuestro galeón. Yo fui el único superviviente y las olas me llevaron a una isla desierta. En verdad no era una isla, sino un monte de arena en el medio del océano. Fue un castigo de los dioses aztecas. No había sombras, ni agua, ni comida disponibles, así que sufrí una muerte horrible, solo y asustado. Trescientos años después mis huesos fueron encontrados y trasladados a este cementerio, aquí, en mi país, España.
El siguiente en hablar fue el vampiro, que vestía como una enfermera:
- Yo soy vampiro y mi historia es un poco rara. Fui una enfermera en un centro de salud de un pueblo de Andalucía. Era la única enfermera que tomaba muestras de sangre y tuve muchas oportunidades para robarla y satisfacer mis necesidades. Me fue fácil llevar algunos frascos a casa y disfrutar allí de la sangre. Pero año tras año yo necesitaba más, hasta que solo toda la sangre de un cuerpo podría satisfacer mi codicia. Al final caí en una trampa y la gente del pueblo y el cura de la iglesia me mataron con una gran estaca clavada en mi corazón.
Llegó el turno del zombie:
- Soy el zombi y mi historia es trágica y triste. Nací en una familia de zombies. Hace doscientos años el primer miembro de mi familia, mi sobrina, fue atacada por un zombie en un bosque de Rumanía. Poco a poco todos los miembros de la familia de mis tíos se infectaron con los rasgos genéticos zombies. Tuvieron que huir de Rumanía para escapar del terror. Huyeron por Austria, Alemania y Francia hasta llegar a España. Las cosas cambiaron para bien en unos años, pero ya era demasiado tarde para nosotros, porque todos los miembros de mi familia ya estaban infectados. Ahora yo existo sin vida, sin muerte, y no hay final para mí. Mi existencia en esta forma es permanente hasta el fin de los tiempos y tengo que encontrar otra víctima para continuar la línea.
El último en intervenir fue el fantasma, que iba vestido como entrañable abuela:
- Yo soy el fantasma y mi historia es distinta a las vuestras. Nací en una familia feliz. No teníamos mucho, pero mis padres, hermanos y  yo estábamos contentos. Mi familia era una típica familia de pueblo. Con diecinueve años encontré al amor de mi vida, José. Era muy guapo y en un año nos casamos. Tuvimos muy pronto cuatro hijos y dos hijas, y con el tiempo tuvimos ocho nietos. Fue el día de mi noventa cumpleaños. Teníamos una fiesta en casa para celebrarlo. Después de la fiesta estaba cansada y me fui a la cama con José. No lo sabía pero había sido mi último día en la tierra, y fallecí en mi cama durante la noche con mis noventa años recién cumplidos. Mi familia no lo sabe, pero sigo aquí entre ellos, y ahora cuido y miro por ellos… no sé si soy un ángel. ¿Soy un ángel o no?

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