Quijotes desde el balcón

lunes, 1 de noviembre de 2021

El hueco de la cama (Juan Abel)

 




 




  Desde siempre le he tenido cierto miedo al hueco de la cama. Ese espacio entre el somier y el suelo cuya única utilidad es acumular pelusa o, como es en mi caso que vivo en un apartamento bastante modesto, usarlo como “pequeño trastero” con tupper a medida donde guardar ropa y otros enseres.

   Sí, sé lo que estáis pensando, que miedo más infantil, ¿no? Supongo que la industria del cine tiene mucho que ver con esta fobia. Pero, qué queréis que os diga, prefiero una cama con canapé, es más difícil que se eleve y algo te aferre una pierna.

   En eso pensaba yo anoche, mientras intentaba dormir, dando vueltas en la cama, divagando mentalmente e implorando a Morfeo su favor. Quizás no debería haber puesto aún el nórdico, porque entre eso y las sábanas de franela me estaba asando. 

- ¿Y si asomo un pie por fuera del edredón para que me dé frio? – pensamiento de mi yo racional.

- ¡Sí hombre, tú la flipas! – pensamiento de mi yo irracional- No vas a asomar el pie porque desde niño tienes miedo al hueco de la cama.

- ¡Debajo de la cama no hay nada, joder, que no tenemos doce años!

- Bueno, compruébalo antes al menos, ¿no?

- Hay que joderse…

   La luz anaranjada de la calle entraba a través de ventana iluminando levemente la habitación. Me incorporo en la cama para asomar la cabeza y observar lo que mi parte racional ya sabía, que efectivamente allí solo se hallan “tupper” llenos de ropa y trastos.

   Un segundo, mi oído se agudiza y mis ojos se abren como queriendo escapar de las cuencas. Se paraliza la sangre en mis venas. No soy capaz de moverme, ni de gritar, apenas de respirar, como si fuera presa de una parálisis del sueño. Oigo el sonido sobrecogedor de la puerta corredera de mi armario abrirse lentamente, y no puedo mirar, el miedo es demasiado fuerte. Siento como se entumecen mis hombros y el frío de la habitación se hace más intenso. Siento una presencia erizar los cabellos de mi nuca, de mis brazos y mis piernas.

   Y caigo en mi error… Tanto tiempo temiéndole al hueco de la cama cuando el terror estaba oculto dentro de mi armario.

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