Quijotes desde el balcón

lunes, 1 de noviembre de 2021

Requiem sim pace (Claudia Sánchez)

 

Yo atravesé las aguas del mar Menor, pisé sus algas blandas, curativas y sanadoras con su sustancia verdinegra y su esponjosa suavidad. Fue antes de que estuviera ese mar en coma, desfalleciendo.

Conocí la Peña de Martos antes de que tuviera un humo ‘marronuzco’ en su cielo, y antes de que se respira ese aroma extraño y las nubes dejaran de estar nítidas durante medio año.  Con ese aire enfermo, gravemente afectado.

Paseé y me bañé en playas de San José de Cabo de Gata cuando se encontraban casi vacías de gente, no estaban surcadas de colillas, ni salteadas indefinibles  plásticos, cuando los peces se asomaban a la orilla y si buceabas a menos de 15 centímetros de profundidad veías un arcoíris de plantas acuáticas y seres fascinantes. 

Apenas han pasado poco más que una veintena de años.









La plaga humana es invasiva, con sus nitratos, con sus humos oscuros, con sus polietilenos, todo lo va dejando medio difunto, muerto a cachos, réquiem sim pace. Un mundo fantasmal que va ampliando sus límites, que crece como lava en erupción continúa, volcán humano, lava aterradora que arrasa lo que pilla a su paso, como ahora en la Palma, pero ‘los cabeza de vaca’ somos nosotros, “tan sensibles”, “tan humanos”, aniquilando paisajes; paisajes que serán cementerios de una nada en la que ni siquiera se oirá el tranquilizador ruido de las carcomas y de los gusanos.

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