Quijotes desde el balcón

jueves, 14 de noviembre de 2013

Lunático

(leer en el blog del autor)

...vivo en la Luna...
Vivo en la Luna. Muchos me instan a que regrese al planeta Tierra, a la civilización. Pero yo prefiero vivir en la Luna. Por mucho. Por demasiado. De la Tierra poco o nada me atrae, porque gracias a sus cosas yo emprendí este viaje de ida. Ahora ya mi casa es esta, y eso de vivir con los pies en la Tierra, lejos de tranquilizarme me enerva aún más.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Amar... (microrrelato)

Amar...
Amar es sentir y sentir es vivir. Vivir es crecer y crecer es aprender. Aprender es saber y saber es querer. Querer es poder y poder es combatir. Combatir es sumar y sumar es añadir. Añadir es unir y unir es confiar. Confiar es respetar y respetar es amar. Amar es amar, sin más.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Ex-Planeta de los Simios

- ¡¡Malditos, yo os maldigo a todos!! -gritaba con los ojos desencajados junto a la cabeza de bronce. Las ruinas de una ciudad árida, plana y casi enterrada bajo toneladas de piedra y tierra era todo lo que tenía por escenario.

Aún tenía la bata del hospital puesta, y nada más. Completamente desorientado caminó por ese desierto que tenía delante sin saber en qué fecha o lugar se encontraba. Despertó horas atrás en una camilla prácticamente a ras del suelo, la tierra entraba ya por la ventana. -¿Qué es esto, quién soy yo, qué hago aquí?- Muchas preguntas y nadie a la vista para responder.

El hombre de la capa negra

Relato de Marino Aguilera

Relato ambientado en la llegada de la Peste Negra a Italia en el siglo XIV.
Adaptación de la crónica de Agnolo di Tura.



...la peste desplegó sus alas harapientas...
Aquel año llegó al puerto de Rapallo un misterioso barco buscando desesperadamente provisiones. Se rumoreaba que fue rechazado en otros puertos italianos por provenir de Génova, pero la ausencia del señor de la ciudad y el exceso de confianza de la guardia permitieron su amarre y el desembarco de la tripulación, y con ella el de algunos de los roedores que infectaban las bodegas del barco. De esta forma, a través de los roedores, la peste negra desplegó sus alas harapientas sobre aquel pequeño pueblo costero del norte de Italia. 

Como todos los días, Agnolo di Tura amaneció con la mente puesta en sus negocios y con la ilusión de despertar a sus cinco hijos. Cuando entró en la alcoba, la más pequeña se quejó de cierto picor en la espalda, y unos minutos después también lo hicieron el resto de sus hijos. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

El terror que no es un cuento

Relato de Ricardo San Martín

...porque no puede dar crédito a la realidad...
Los aquí presentes, en este entrañable Bar Casablanca, reunidos por la convocatoria de Entre Aldonzas y Alonsos esperáis oír un cuento de misterio, con su dosis de terror. Y eso es lo que os voy a proporcionar. Pero no un misterio donde se hable de zombis, de muertos vivientes, de cementerios, de tumbas… O tal vez sí; vosotros juzgaréis al final.

Este relato tiene poco de ficción, aunque a la vista de los hechos uno se pellizque porque no puede dar crédito a la realidad. ¿O acaso es creíble lo que os voy a contar? Tal vez haya quien diga que imagino e invento.

El Ritual

Relato de Rocío Mesa

...buscaba a los monstruos que acechaban en la oscuridad...
Tumbado sobre esta camilla recuerdo el ritual de cada noche. Cuando era pequeño lo que más me aterrorizaba era el momento de acostarme. Cada noche repetía el protocolo: primero me despedía con un hasta mañana de mis padres y hermanas mayores, me metía en mi habitación y apagaba la luz, para que nadie sospechara. Apenas había cerrado la puerta sacaba la linterna del primer cajón de la mesita y buscaba a los monstruos que acechaban en la oscuridad.

Apotropaico

Relato de Enrique Hinojosa 

"Apotropaico" es una expresión muy antigua
En los lugares oscuros del mundo hay muchas criaturas incomprendidas, pero tal vez no hayáis pensado nunca que también es posible que en los lugares más claros y habituales haya criaturas oscuras.

Voy a decir una palabra que quizá no olvidéis nunca. Apotropaico es una expresión muy antigua que representaba a una especie de deidad marina que protegía a los marineros de los malos espíritus.

Mi amado Alejandro

Relato de Eva Zamora (leer en su blog)

...me resulta casi imposible moverme...
¿Dónde estoy? Sólo consigo ver un haz de luz a lo lejos, tras la densa oscuridad forjada piedra a piedra. Jamás lograré llegar hasta ella, me resulta casi imposible moverme. Estoy muy débil. Unas voces distorsionadas se burlan de mí:

- ¡Alejandro nunca fue tuyo!

No consigo averiguar de dónde proceden. Tal vez, de mi cabeza. Estoy tan confundida.

Guiscard

Relato de Nono Vázquez (leer en su blog)




No podía reprocharles nada. Yo no soy precisamente un hombre amado en Orleans. Por eso cuando aquellos otros quemaron mi casa conmigo dentro pensé que tal vez era la hora y que se trataba de una manera de descansar. No ocurrió así, y tengo el infortunio de permanecer con vida. Pero lo que aquel día me ocurrió no podré olvidarlo nunca. Cuando el aire me faltaba y pensé que el sopor era el preámbulo de la muerte recé con todas mis fuerzas, y pedí a Dios perdón por todos mis pecados. Eran muchos, la verdad. Tantos que tal vez también al Creador le pareció demasiado y me dejó vivo, aunque no del todo…
...recé con todas mis fuerzas, y pedí a Dios perdón...

El cumpleaños

Relato de Ángel R. Góngora

- ¡No llegamos, imposible, no llegamos!

...las dos maravillas que estaban apunto de ver la luz...
 Se murmuraba en silencio Juan mientras pisaba a fondo el acelerador, sin importar ya el número de semáforos en rojo que se había saltado ni los dos coches de policía que iban tras él. Y ya justo al llegar al inicio de la calle Ribera del Beiro, los ciento treinta kilómetros a la hora que indicaba en ese momento el marcador electrónico de su nuevo Fiat Tipo fueron demasiados para aguantar aquel giro. Juan gritó ¡Nooooo! apretando los dientes, y la señal de ceda el paso y la cristalera del bar que hacía esquina al inicio de la calle hicieron su trabajo. Juan murió en el acto con el cuello roto por el golpe contra el parabrisas y la señal. Elena, su mujer, que se encontraba reclinada en el asiento para sufrir menos en el trayecto, tan solo pudo aguantar respirando unos minutos más mientras escuchaba a los médicos de la ambulancia gritar: ¡Está embarazada, hagamos algo, está embarazada!

Sólo una más

 Relato de Pilar Gámez
Gusta de conservarlas como trofeos...
Al retirar toda la vegetación y la piedra que, a modo de puerta, tapa la entrada a la cueva, accedes a un angosto pasadizo que, finalmente, te conduce hasta una pequeña estancia, que se comunica con el exterior a través de una pequeña abertura en el techo a modo de tragaluz. En esta estancia es donde permanecen durante poco tiempo las víctimas desdichadas del súcubo, hasta que les roba toda su esencia vital tras actos carnales lascivos e impuros, esencia vital que le permitirá a ella sobrevivir camuflada entre el mundo de los humanos un año más. Junto a esta estancia, hay otra, cuya entrada es desconocida, más amplia, sus límites no se alcanzan a ver, y mucho más oscura. Allí es donde tira a sus víctimas, a las que mantiene con un hilo de vida, pero deja abandonadas por los siglos. Gusta de conservarlas como trofeos, como recordatorio de sus victorias. Si el hedor que de allí se desprende no te impide acercarte, podrás escuchar tras la fría piedra y por algunos orificios, que en ella la humedad y el paso del tiempo han provocado el gemir lastimero y quejumbroso, y el deambular arrastrando sus pies, de los miserables seres que allí se hayan esclavos...

La pesadilla

Relato de Elba Galdeano

...otra vez esa pesadilla de las bestias...
Lanzó el despertador contra la pared, salió de la cama sudando. Puso la cafetera al fuego y entró en la ducha.

- ¡Argh! ¡agua fría!
Una sensación horrible le recorría todo el cuerpo, una desazón; un peso entre las costillas. Había vuelto a tener la misma pesadilla. Envuelto en una toalla amarillenta se sentó frente al desayuno, las ojeras  le llegaban al café, la cabeza le iba a explotar, otra vez esa pesadilla de las bestias que llevaba persiguiéndole desde hacía varios meses.

Besó a su mujer y llevó los niños a la escuela, los besó en la frente  y se dirigió al supermercado, se sentó en su puesto pero no podía parar de darle vueltas a aquella pesadilla...

Incomodidad


Relato de Jesús Lens

...intenté centrarme nuevamente en el periódico...
Miré alrededor y no vi a ningún minusválido. Ni a ninguna señora mayor. O embarazada. De hecho, la gente que iba de pie en aquel vagón era porque le daba la gana ya que, sitios vacíos, había. No muchos, pero algunos quedaban.

Entonces, ¿por qué me miraba la gente de aquella manera?

Intenté centrarme nuevamente en el periódico, pero no hubo forma.

Sentencias

Relato de Alberto Ruiz
 
siempre había odiado los ruidos repetitivos; parecían el eco de una carcajada artificial
Lunes 20 de noviembre, o quizás no. He despertado entre el olor a sudor típico de quién descuida su higiene y la resaca de quien se hubiera bebido más de un cubo de gin-tonic la pasada noche. Sin embargo, llevo más de un mes sobrio y el agua gélida corrió por mi ser durante diez minutos la pasada tarde. La puerta entreabierta deja pasar una luz blanca, la de las barras fluorescentes del pasillo. Clic, clic... un relámpago leve y artificial me recuerda que, aunque es de día, la luz del sol no llega hasta mi escritorio. Tanteando la superficie de contrachapado llego hasta el interruptor de mi flexo. Tenue y cálida la luz me muestra trozos de papel, garabateados, mal escritos y borrosos; jeroglíficos dispuestos frente a mí que buscan respuesta, que buscan la respuesta.

Clic, clic... de nuevo el sonido tintineante de la barra.

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